No fueron los chorotegas, de origen norteño, sino los corobicíes de influencia del sur inca, quienes dominaron por muchos años las faldas del volcán Tenorio, hasta que la llegada de los españoles los fue obligando a huir tierra adentro. El Monumento arqueológico de El Farallón en la finca de la familia López es un maravilloso testigo silencioso de su paso fugaz, donde los ríos Corobicí, Tenorio, Bebedero y Tempisque fueron sus principales medios de comunicación. Por los apuntes de cronistas españoles sabemos muy poco de los corobicíes, que construían sus casas sobre los árboles entre los ríos Lajas y Tenorio, pero comenzaron a desaparecer entre los años 1565 y 1570 y no se supo más de estos pobladores originarios que habían entrado por el río Bebedero muchos años atrás. Poco antes, en 1562 Juan Vásquez de Coronado había identificado por la misma región el poblado indígena de Bagatzi, más relacionado con los chorotegas.
La historia colonial de Las Cañas inicia cuando se reconoce como parte de la jurisdicción de la ciudad del Espíritu Santo de Esparza, que abarcaba los valles de Chomes, Abangares, Cañas y Bagaces. En estos valles se “privilegió la cría y amanse de mulas, y en segundo término el ganado vacuno para la elaboración de sebo; producción que, desde finales del siglo XVI, y casi todo el XVII, estuvo ligada a los mercados de Panamá” (1). El incremento del cultivo del cacao en Granada y Rivas obligó a trasladar la ganadería más hacia el sur, invadiendo los fértiles valles de Bagaces y de Las Cañas.
Sobre el origen del nombre de “Las Cañas” con que se conoce a la nueva población que aquí se asentó, se tejieron diversas opiniones. La primera versión manifiesta que, en las orillas del río más grande existían grandes cantidades de caña brava, utilizada en diferentes tipos de medicinas y otros brebajes propios de la costumbre y tradiciones de los lugareños que habitaban allá, por “Las Cañas”. La segunda hipótesis se basa en estudios documentales, cuando se hace referencia a que el gobernador Don Diego de Mercado en 1620 realizó un informe donde menciona el poblado “Las Cañas”, siendo esta la primera mención oficial de este nombre referido a un pueblo guanacasteco.
En 1687 se funda una ermita en el área próxima a la confluencia de los ríos Tenorio y Corobicí, en jurisdicción del actual cantón Cañas, con el propósito de formar una población con los habitantes del valle de Bagaces. Por las inclemencias del clima y las difíciles condiciones naturales decidieron años más tarde trasladar el poblado hacia el norte, abandonando su primera residencia. Es así como en 1739 se reubica la población en el sector aledaño a la margen oeste del río conocido hoy como Villa Vieja, sin embargo, algunos mulatos se quedaron, negándose a abandonar el viejo poblado.
A mediados del año de 1737 ya en Las Cañas era conocida la veneración de la imagen de San José, en una humilde ermita típica, de paja. Esta imagen venía del poblado El Guanacaste (Liberia), donde la población escogió como su nueva patrona a la Virgen Inmaculada Concepción (igual que lo hizo la Villa de la Purísima Concepción de Rivas en su fundación en 1717). Así, San José entró como patrón del pueblo, celebrándose diferentes actividades en honor de su bendita imagen, a pesar que no había sacerdote en el lugar, ya que el párroco residía en Bagaces, la población más grande y con más personas blancas. En 1739 Monseñor Domingo de Zataraín, Obispo de León (Nicaragua y Costa Rica), viendo el aumento de la población en Las Cañas, autorizó la construcción de una nueva ermita. Años más tarde, alrededor de 1751, el nuevo Obispo de León, Monseñor Don Pedro Agustín Morel de Santa Cruz, visitó Guanacaste, Nicoya, Santa Cruz, Bagaces y Cañas y en sus anotaciones resaltó que, en el poblado de Las Cañas, casi a 20 leguas de Esparza, habitaban 20 familias aproximadamente, en casas miserables (de paja), gentes muy marginadas, muy pobres y en ese lugar existía una ermita dedicada a San José, pero que estaba en condiciones pésimas, con techo de paja y ramas, donde bautizó unas 90 personas y ofició una misa. Aunque normalmente se acepta el año 1800 para la fundación de la parroquia de Cañas, la historiadora Claudia Quirós llegó a la conclusión que más bien sería años después, porque el cura de Bagaces seguía siendo por varios años el que atendía “la coadjutoría de Las Cañas” en la primera década del siglo XIX.
En las encuestas que el Gobierno aplicó a mediados del siglo XIX llama la atención que casi todos los trabajadores de Las Cañas se declararon “jornaleros”, es muy probable que la mayoría de ellos fueran víctimas de la privatización de tierras ocurridas en las décadas de 1830 y 1840, cuando nacieron varios latifundios en la región gracias a los denuncios de grandes territorios por parte de los hacendados, arrebatando a pequeños campesinos el derecho que les asistía después de varios años de poblar sus pequeñas fincas, y dejándolos indefensos como parte del nuevo botín de la hacienda. En aquel momento “la Hacienda Higuerón, de Manuel Gutiérrez Peña Monge (1848) estaba formada por las haciendas Taboga y Paso Hondo” (2), corazón del poblado de Bebedero.
Siendo nuestro primer jefe de estado Juan Mora Fernández, la ley N° 63 del 4 de noviembre de 1825 crea el Departamento Occidental (Guanacaste) con los pueblos ya conocidos de la región, donde Cañas, Bagaces y Esparza eran sus poblaciones más al sur. En Ley N°105 del 27 de marzo de 1835 desaparece el Partido de Nicoya y nace el Departamento de Guanacaste, donde Cañas sería declarado pueblo. Mediante la Ley N°36 del 7 de diciembre de 1848, Cañas (y Abangares) junto con Bagaces conformaron el cantón número 4 de la recién creada Provincia de Guanacaste, junto a Nicoya, Santa Cruz y Guanacaste (Liberia). El poblado de Bebedero fue testigo silencioso de todos esos avances políticos, mientras las embarcaciones comerciales hacia Cañas salían y entraban a diario, sosteniendo la economía cañera.
El 27 de febrero de 1826 don Félix Bonilla le compra a Nicolás Oreamuno la hacienda que llamaban “Las Cañas” o Paso Hondo en 2.100 pesos. Para darnos una idea de la dimensión entonces de aquella hacienda transcribimos sus límites: al oeste con el río Tenorio, al sur con la junta de ambos ríos, al norte con el camino del arreo, que va hacia Bagaces y Nicaragua y al este con el río Cañas. El 28 de mayo de 1866 el ex presidente Próspero Fernández, después de deforestar a granel la finca para sembrar pasto, le vende Paso Hondo al también ex presidente José María Castro Madriz por un valor de 5.000 pesos. La hacienda medía unas 12 mil manzanas e incluía la finca “La Pacífica” de 4 mil manzanas, que había sido propiedad formada por Manuel Fernández, vendida primero a José María Castro Madrid, después a la United Fruit Company…y finalmente al señor Bernardo Soto, quien la dedicó a la ganadería (3).
En 1846 se fundó una escuela de primeras letras, la cual será bautizada años después con el nombre de Monseñor Luis Leipold (1866-1943), sacerdote alemán que por 42 años fue párroco de las Cañas, colaborando con el primer acueducto, la electrificación del parque, la primera filarmónica, la caja rural de crédito agrícola, etc. Su primera presencia en Cañas fue entrando a través del puerto de Bebedero el año 1900.
Allá por los años 1855-1856 el General salvadoreño José María Cañas, cuñado del presidente Juanito Mora, entrando por el puerto de Bebedero, visitó el poblado que llamaban “El Escarbadero”, y los habitantes le brindaron grandes atenciones. Cuando recolectó soldados para la Campaña Nacional, varios pobladores se le unieron y reconocieron en él un gran líder del ejército costarricense victorioso. Como agradecimiento y admiración a este héroe de la Batalla de Santa Rosa y otras más, decidieron honrarlo llamando con su apellido al pueblo que allí se levantaba, denominándolo Cañas, y ya no Las Cañas. En aquella Campaña Nacional muchos soldados del interior de Costa Rica, incluyendo al presidente Juanito Mora, tomaron la embarcación en Puntarenas y desembarcaron en Bebedero, caminando hasta Cañas y de allí hasta Liberia, donde el ejército nacional se organizó para atacar a los filibusteros en la Hacienda Santa Rosa.
Tan estratégico era el puerto de Bebedero para mediados del siglo XIX que “ya en 1858 el presidente Juan Rafael Mora Porras procura la creación de asentamientos en Guanacaste, pronuncia las siguientes directivas: Artículo 1: Se trasladan los pueblos de Bagaces y Cañas al punto de que se haya en la costa del Golfo de Nicoya, conocido con el nombre de Bebedero. Artículo 2: Será de cuenta de la Nación la compra del terreno necesario en aquel punto para establecer la población de dichos pueblos” (4). Fue así como el 29 de setiembre de 1858, por Ley N°22, se dispuso el traslado de las villas Cañas y Bagaces al punto denominado Bebedero, en la confluencia de los ríos Las Piedras (hoy Blanco) y Tenorio. Por años los vecinos de ambos poblados protestaron ante esta decisión política, alegando que preferían estar más cerca de sus fincas que cerca del centro comercial de Bebedero. Por esta negativa popular, finalmente esa Ley será derogada mediante decreto del Poder Ejecutivo el 31 de julio de 1882.
En las últimas décadas del siglo XIX tanto el telégrafo como el correo eran los principales medios de comunicación. Ya desde antes de 1873 el vapor “General Guardia” servía como transporte de correspondencia entre Bebedero y Puntarenas dos veces por semana, fluyendo por aquí la comunicación escrita de todos los cantones de la altura hasta Liberia y La Cruz. Bebedero era el puerto de salida de estas poblaciones hacia Puntarenas y San José, lo que mantenía la importancia portuaria de esta población. Y el presidente guanacasteco Tomás Guardia lo sabía, y entendía que a pesar de que los poblados cercanos no superaban los 1,500 habitantes, el presidente cumplió la petición que meses atrás había recibido de su gran amigo Bernabé Obando, e influyó ante el Congreso para la creación del nuevo cantón, segregado de Bagaces, y que abarcaría Bebedero, Cañas, Abangares y lo que sería varios años después Tilarán. Fue por medio de la Ley N°9, emitida el 11 de julio de 1878, cuando el Congreso crea el nuevo cantón de Cañas, a petición del presidente don Tomás Guardia. El acuerdo se publicó en La Gaceta del 12 de julio de ese año. Con esa misma ley se da el título de villa a la cabecera del cantón, aunque la villa debió ser Bebedero, por su posición estratégica y su importante papel histórico.
En 1886 don Joaquín Bernardo Calvo hace referencia a que todas las poblaciones del país se encontraban comunicadas por carreteras, con excepción de Liberia, que se comunicaba a través de vía fluvial hasta Puntarenas, por el Tempisque, pues en esta época el camino desde Bagaces hasta Esparza era intransitable, debido a las lluvias, los manglares y las crecidas de los ríos, pues no existía un solo puente. En 1891 escribe que la Villa de Cañas “es cabecera del cantón, cuenta con 350 habitantes. Su aspecto es agradable con sus casas aseadas, su regular iglesia y el magnífico río Las Cañas que corre cerca de la población. Tiene una buena casa de enseñanza.” (5). Este mismo autor llama al poblado de Bebedero “puerto de Bagaces y Las Cañas”, que dista a unas 3 horas de la villa de Cañas, siendo más poblado que aquella.
El 20 de julio de 1900 el Congreso de la República autoriza al Poder Ejecutivo para comprar o expropiar terrenos de la Hacienda Mujica y Paso Hondo para ensanchar el poblado de Bebedero; extrañamente tal orden nunca se cumplió. Años después la United Fruit Company compró la hacienda Paso Hondo; fue don Minor C.Keith el inversionista y mayor latifundista de Guanacaste que compró la Hacienda con la intención de sembrar banano, pero dio marcha atrás cuando conoció los duros inviernos en que el río Bebedero inundaba todo a su alrededor, por lo que desistió de su proyecto. Mientras tanto muchas familias invadieron sus terrenos cerca del río, por lo que la empresa decidió negociar, arrendando los terrenos invadidos, pero ninguna de las familias invasoras quiso pagar. Entonces en 1926 la Compañía ofreció 150 hectáreas al Municipio de Cañas para que fueran repartidas entre los vecinos de Bebedero que no tenían terrenos su nombre, pero extrañamente tal acto nunca se realizó y los vecinos continuaron en su pobreza y abandono, tal como continuarían durante todo el siglo XX, a pesar de haberle dado vida al cantón de Cañas los siglos anteriores.
NOTAS:
(1): Quirós Vargas, Claudia (1999). La sociedad dominante y la economía cacaotera de Rivas, factores determinantes para el surgimiento de la “hacienda de campo” en el pacífico norte costarricense: primera mitad del siglo XVIII. Revista AEC de la UCR. San José.
(2): Sequeira Ruiz, Wilder (1985). “La Hacienda Ganadera en Guanacaste, aspectos económicos y sociales 1850-1900”, UNED, San José, pág. 78.
(3): Gudmundson, Lowell (1983), Hacendados, políticos y precaristas: la ganadería y el latifundismo guanacasteco 1800-1950, Editorial Costa Rica, San José. Págs.151-154
(4): Beeche Pozuel, Jorge (2015); Cabotaje: caminos, carreteras, ferrocarril. En Revista El Filatelista. San José
(5): Montero Barrantes, Francisco (1891). Apuntamientos sobre la provincia de Guanacaste. Tipografía Nacional. San José. Pág. 31
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