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Cientos de años atrás los chorotegas jugaban mejengas con la pelota (Nicoya, 24-06-2018).

Desde México al sur del continente americano el juego de pelota fue un deporte cotidiano que, contrario a nuestros días, tenía altas connotaciones religiosas. Existen testimonios arqueológicos de que ya se jugaba en Chiapas desde el año 1400 a. C., terminando muchas veces hasta la caída del sol, en especial cuando se hacía con fines rituales. Hasta la narración del “Popol Vuh” nos recuerda uno de los más desafiantes juegos de pelota acaecidos en la humanidad…



Entre los mayas el juego de pelota fue una actividad sociocultural en la que participaban niños, hombres y mujeres. No solo se mostraba en él la fortaleza física, sino también la agilidad y el trabajo en equipo, prevaleciendo intereses sociales, religiosos y hasta políticos. En no pocas ocasiones llegó a ser un juego mortal, pues los participantes se llegaron incluso a jugar la vida al final del partido.

En el Petén de Guatemala se descubrió la cancha más antigua de Centro América, construida alrededor de 500 años A.C. En este país se han encontrado más de 300 campos de juego, solo en Tikal se han descubierto 7. Se estima que el tamaño promedio de las canchas era alrededor de 30 metros de largo por 8 de ancho. La pelota que utilizaban para el juego era esférica, hecha de hule crudo, por lo cual era pesada. El tamaño variaba entre 22 y 25 cm de diámetro, con un peso de aproximadamente de 3 a 6 libras.


El hacer pasar la pelota por un aro de piedra en vertical era uno de los objetivos principales del juego, también si la pelota tocaba el aro era bueno para el equipo y para el jugador. La pelota tenía que mantenerse rebotando por medio de los jugadores, quienes utilizaban diferentes partes del cuerpo para golpear la pelota. A lo largo de la cancha, en los costados, se construían paredes inclinadas para rebotar la pelota. En un artículo de la Revista de historia de la UCR cuenta el arqueólogo Carlos Aguilar (1) algunos de sus descubrimientos hechos en marzo de 1968 por el sitio “Torrecillas”, unos 2 kilómetros al norte de la casa principal de la Hacienda Tempisque, en la margen izquierda del río, frente a Palmira, gracias a los permisos concedidos por el Museo Nacional a Carmen Clachar de Guillén. Uno de los personajes descubiertos en la escultura de una vasija de 220 mm de ancho por 110 mm de alto, sepultada a casi 2 metros, tenía una figura humana con indumentarias deportivas y en expresión de movimiento en un campo rojizo: parecía realizar alguna clase de juego. “Los motivos decorativos de las paredes interiores y exteriores de la vasija que pueden referirse al campo de juego, permiten al autor afirmar que se trata de una representación, la primera en el sur, en La Gran Nicoya” (2), que alude a un jugador de pelota, actividad de gran trascendencia social y religiosa en el norte.

No sabemos a ciencia cierta si existían campos de juego en el extenso territorio de La Gran Nicoya, pero es de suponer que en algún campeonato mundial de pelota de aquellos tiempos también los nicoyanos se trajeron esta vasija como trofeo de triunfadores y siguieron practicando el juego de la pelota desde lo que hoy es Liberia hasta los confines de la Península de Nicoya.


Notas bibliográficas: (1): Aguilar, Carlos H. El juego de pelota en la gran Nicoya. Revista de la Universidad de Costa Rica, julio 1969. N° 26, págs. 35-38. San José. C.R. (2): Hernández F. de Jaén, Mireya. Reseña crítica de algunos libros y estudios sobre Guanacaste. Revista de la Universidad de Costa Rica, julio 1974. N° 38, págs. 161-162. San José. C.R.

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