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Foto del escritorProfesor Ronal Vargas Araya

Clímaco Arrieta Pérez, educador, escritor, guerrillero y político santacruceño (1882-1945).

Paladín del regionalismo guanacasteco.



El primer movimiento político de características regionales que recuerda nuestra historia provincial llevó el nombre de “Unión Guanacasteca”, y fue fundado en 1905 por el filántropo liberiano Francisco Mayorga Rivas y Antonio Álvarez Hurtado. El propósito de esta organización era “unir a la familia guanacasteca para luchar contra el abandono regional” y se expresaba con su propio medio de difusión, la revista “Unión”. Todavía en el año 1920, ya como revista quincenal, “Unión” se editaba para Guanacaste, señalándose como fundador Álvarez Hurtado y como redactores y administradores: Clímaco Pérez y Adriano Urbina. Sin embargo, en las elecciones presidenciales de 1906 “Unión Guanacasteca” apoyó a un no-guanacasteco, como fue don Cleto González Víquez.


Este primer estatuto político regional de la “Unión Guanacasteca” y las luchas libradas por el profesor santacruceño Clímaco Pérez, guerrillero y héroe del Sapoa en la defensa de la Patria contra la dictadura de los Tinoco, constituyen los grandes antecedentes de lo que más tarde sería el movimiento político regional más serio, organizado y reconocido que existió en la pampa guanacasteca, denominado la Confraternidad Guanacasteca, capitaneada por el benemérito de la patria doctor Francisco Vargas Vargas, hijo ilustre de la provincia de Guanacaste.


Pocos años antes de la Confraternidad Guanacasteca ya había surgido con luz propia en Santa Cruz la reluciente figura de Clímaco A. Pérez, quien una vez electo diputado se destacó como defensor de los intereses de la provincia y de su cantón natal. Había nacido el 19 de febrero de 1882 en la ciudad de Santa Cruz, siendo un joven brillante que encausaría sus esfuerzos para alcanzar el grado de profesor y sobresalir con un reconocido liderazgo en su pueblo natal, a la sombra de los grandes personajes de la Anexión del Partido de Nicoya.


Como ferviente defensor de las ideas liberales de entonces, fomentando la participación activa de la ciudadanía en la construcción de un proyecto regionalista y progresista, don Clímaco actuará como valiente diputado suplente en el período 1916-1917, oponiéndose a los abusos de los Tinoco y ocupará un papel fundamental para propiciar su derrocamiento, participando en la guerrilla sembrada por don Julio Acosta, futuro presidente de la República, empujando la lucha revolucionaria desde la frontera de Nicaragua, junto al ex sacerdote y general Jorge Volio y otros grandes personajes de la historia nacional.


Fue en el año 1916 cuando el entonces diputado Clímaco Pérez presentó una moción para que La Villa de Santa Cruz se convirtiera en ciudad, pues ya contaba con una población de 1.400 habitantes, ya tenían alumbrado público, 15 comercios, juzgado civil y del crimen, y servicio de telégrafo; además casi 300 personas trabajaban en las minas de Manganeso en Portegolpe. El 7 de junio de 1916 el Congreso de la República eleva al grado de ciudad la villa de la marginada población mulata de Santa Cruz, en contra de la voluntad de sus vecinos nicoyanos, “en atención al progreso económico y el desarrollo alcanzado”.


Empujado por las circunstancias históricas que exigían luchar por la Patria, don Clímaco tuvo su primera gran acción de importancia guerrillera el 26 de mayo de 1919, en el evento conocido con el nombre de la Batalla de El Jobo, cuando junto a Antonio Álvarez Hurtado fue comisionado para que interviniera la línea telegráfica entre Santa Rosa y La Cruz, que era manipulada por el corrupto Gobierno de los Tinoco, acompañándolo el telegrafista Leovigildo Pérez.


Gracias al conocimiento de las haciendas del norte liberiano que tenía Álvarez Hurtado, los revolucionarios lograron salir al camino que va a la Hacienda Los Ahogados, pasando por las narices de la policía tinoquista sin ser advertidos. A retaguardia de la pequeña columna del guerrillero Clímaco Pérez marchaba una ametralladora custodiada por quince soldados, cuyo jefe era el Coronel nicaragüense Salvador Reyes. En sus artículos periodísticos narró don Clímaco Pérez que ya habían tomado posiciones y escogido el lugar estratégico en la hacienda El Jobo donde debían enfrentar la artillería tinoquista, por lo que hace un paréntesis para preguntarse cuáles fueron los méritos que tomaría en cuenta el Congreso de la República en 1919 para conferir honores de héroe y otorgarle el título de general a Roberto Tinoco, pues por su impericia y descuido permitió que el enemigo llegara a colocarse tranquilamente frente a sus trincheras, a la luz del día y tomara por varias semanas las haciendas El Jobo y Santa Rosa sin que él se diera cuenta.


El general Estupiñán había enviado adelante al experimentado Clímaco Pérez con la misión de localizar la ametralladora de la guardia tinoquista y desestabilizarlos. Pérez se encontró con Reyes en un enfrentamiento lleno de sangre: "En medio de la más espantosa lluvia de balas, escribió Pérez, fuimos avanzando hasta donde estaba la ametralladora, tropezando con los primeros mártires. El cañón retumbaba sin cesar y las granadas caían a nuestra espalda, ya que estábamos dentro de su trayectoria". En ese momento el General Volio entró corriendo con su gente para auxiliar a sus compañeros revolucionarios, pero pronto debieron decretar la huida, por el aumento desproporcionado del número de policías en su contra.


"El llano en que nosotros atacábamos, escribió don Clímaco Pérez en el Diario de Costa Rica, no ofrecía ningún parapeto para salvarnos: limpio de árboles, piedras y cualquier otro obstáculo, sólo la suerte podía desviar las balas que disparaba el enemigo. Así fue como cayeron de cara al cielo, García Osorno, Selim Arias, Chico Jiménez, Alejandro Narváez, Rafael Vargas y muchos otros valientes y abnegados soldados. El General Estrada milagrosamente salvó su vida.". Cerca de cinco horas duró la batalla de El Jobo, que tan desventajosamente se había volcado para los revolucionarios, por lo que hubo de ordenar la retirada hacia Santa Rosa, escribiendo don Clímaco Pérez que aquella fue "la marcha más penosa; después de tanta fatiga hay que conducir los heridos, la marcha tiene que ser tan paulatina que hemos tardado de 6 a 8 horas para llegar a Santa Rosa, de donde salimos como a las diez de la mañana del siguiente día para La Cruz". Los revolucionarios habían sufrido su primera derrota, pero no cesaron en continuar pequeñas y frecuentes invasiones desde la frontera con Nicaragua que con sus golpes tácticos causarían miedo y estragos permanentes en la corrupta policía tinoquista hasta que se diera la entrada triunfal de los revolucionarios en julio de 1919, cuando caería la vil tiranía y sus secuaces.


Por sus reconocidos méritos don Clímaco resultó electo diputado para el período 1920-1922, siendo su bandera de lucha el atraer infraestructura para la olvidada provincia de Guanacaste, haciendo los trámites necesarios para que se construyeran puentes, caminos, escuelas, algún hospital y, por qué no, un moderno tren que uniera la pampa con Puntarenas y la alejada Meseta Central, comenzando con una línea ferroviaria interna entre Bolsón de Santa Cruz y Liberia y otra entre Santa Cruz y Nicoya. Después de plantear por casi un año vehementemente su propuesta “su tono en el Congreso fue de valiente denuncia y absoluta exigencia, llegando, incluso, hasta amenazar con llevar a su provincia a la rebelión si no se le escuchaba. Ante esa posición le fue cancelada su credencial de diputado, quedando políticamente liquidado. Así las cosas, don Clímaco, que era educador, pasó a ocupar después el cargo de Inspector de Escuelas en Santa Cruz, su lugar natal” (1). Cuando el doctor Vargas empuje de nuevo sobre esta tierra fértil chorotega el entusiasmo regionalista con la Confraternidad Guanacasteca a finales de 1935, don Clímaco Arrieta será uno de sus principales aliados en la bajura guanacasteca.


La señora Felicitas Chaverri Matamoros (1894-1934), nacida en Atenas, fue la primera mujer en Costa Rica que obtuvo un título universitario, y con notas sobresalientes en la licenciatura en farmacia (1915), abriendo el camino de la educación superior a otras que no habían podido ingresar, por el simple hecho de ser mujeres. Después de trabajar como regente en algunas famosas farmacias conoció en 1920 al diputado Clímaco, con quien se casaría al año siguiente y pronto se irían a vivir a Santa Cruz, donde engendrarían sus hijos Edwin, Allen e Iván. Sin embargo, doña Felicitas moriría a sus 40 años por una afectación pulmonar (2).


Siendo diputado, don Clímaco solicitó la destitución del jefe político de Santa Cruz por diversos actos de corrupción. Dicho oscuro personaje prometió vengarse del diputado y en un par de ocasiones lo amenazó de irse a los puños, lo que evidentemente el diputado evitó. Cuenta el corresponsal del Diario de Costa Rica que la noche del 15 de setiembre de 1920, estando los hermanos del diputado con el doctor Alberto López a puertas cerradas en el restaurante del ciudadano José Chini, la policía golpeó la puerta del negocio y los obligó salir, disparando a los pies de los presentes, muriendo de un disparo en el hígado Ramiro Chacón al día siguiente. Concluye el Diario que “son muy lamentables estos incidentes de sangre, sobre todo contra elementos tan buenos, tan correctos como son el doctor López y los jóvenes Pérez, a quienes todo el mundo aprecia por su amabilidad y su honradez” (3).


El tres veces diputado Francisco Mayorga impulsará y promulgará como ley de la República, con la colaboración del profesor Clímaco Pérez, la ampliación del ferrocarril de “Esparta” hasta Bahía Culebra; pasando por las Juntas de Abangares, Cañas y Liberia; este sería el proyecto regional de infraestructura más ambicioso de la primera mitad del siglo XX que hubiera levantado el comercio y el progreso provincial, pero que lastimosamente terminaría frustrado por mezquindades e intereses políticos meseteños.


El ex diputado Clímaco Pérez se alejó por varios años de la política, pero no del compromiso con el destino de su provincia, por lo que escribirá en el Diario de Costa Rica el 31 de agosto de 1926 estas letras admirables para uno de los más reconocidos políticos nicoyano de aquellos tiempos, recién fallecido dos días antes: “La parca arrebató la vida de Leónidas Briceño Baltodano. Para los guanacastecos, el hogar de Briceño fue el oasis donde se apagaba la sed y se encontraba el reposo reparador del cansancio. A su puerta tocaba el trabajador que volvía de la línea de Limón, palúdico, pobre y sin esperanza, y ahí encontraba medicina el pase para su lejano hogar y la palabra de consuelo; a su puerta llamaba el padre o esposo que traía moribunda a su compañera o a su hijo y él abría la puerta del hospital donde recuperaba su salud perdida…” (4).


Es inconcebible, después de repasar solo algunos rasgos biográficos de su abnegada pasión por Guanacaste, que un grupo de estudiantes, posiblemente ignorando los muchos méritos de don Clímaco, se hubieran opuesto a que un reconocido Colegio provincial fuera bautizado con su nombre el año de 1976, tal como ya se había consensuado entre las autoridades educativas. Y más doloroso aún que en su cantón natal Santa Cruz no exista todavía una calle, un busto, un edificio municipal u otra referencia explícita a este personaje más que el Colegio que tardíamente homenajeó con su nombre el debido honor al recuerdo de este admirable hombre que su primera bandera patria fue Guanacaste…Ojalá que las nuevas generaciones no desconozcan su gran valentía y trayectoria para que emulen a este educador y político tan singular de nuestra historia provincial (5).

Bibliografía básica:

(1): Dávila Cubero, Carlos (1987); ¡Viva Vargas! Historia del Partido Confraternidad Guanacasteca; Ediciones Guayacán, San José, pp. 53-54.

(2): Segura Chaves, Pompilio (2016). Mujeres heredianas que escribieron la historia. Municipalidad de Heredia, pags. 30-33.

(3): Diario de Costa Rica, edición del 2 de octubre de 1920, San José, pág. 4.

(4): Cabrera Matarrita, José Marvin (2017); Investigación genealógica e histórica del licenciado Leonidas Briceño Baltodano. http://genealogiadel.blogspot.com/.../investigacion...

(5): M.E.P. (1975); Profesor Clímaco Pérez, educador, político, revolucionario y escritor: homenaje del Ministerio de Educación Pública. San José, Costa Rica: Ministerio de Educación Pública, San José.

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