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El único Presidente guanacasteco

Actualizado: 25 oct 2020

Guanacaste tiene personajes que han influido grandemente en la política nacional, en el arte, en la cultura, en la literatura, en las ciencias, en el deporte...pero aún los originarios de estas tierras no terminan de conocerlos, de estudiarlos y de valorarlos.



Tomás Guardia Gutiérrez (1831-1882)


Eminente político costarricense nacido en Bagaces, Guanacaste, el 16 de diciembre de 1831. Sus padres fueron los señores Rudesindo Guardia Robles y María Gutiérrez Flores. Fue un distinguido militar quien tomó parte en la campaña nacional de 1856 en contra de Willian Walker y sus filibusteros estadounidenses.


Don Tomás se había casado en primeras nupcias en 1850 con Perfecta Barrios y Ladrero, con quien tuvo una hija, pero ambas fallecieron. Volvió a contraer matrimonio en 1857 con la alajuelense Emilia Solórzano y Alfaro (1835-1914), de gran cultura y capacidad política, que le sobrepasaría 32 años después de su muerte, manteniéndose su reputación como la viuda del ex presidente Guardia. Aunque se conocían ya años atrás, el noviazgo entre Doña Emilia (llamada Mila en familia), y Don Tomás surgió en Puntarenas, donde él se encontraba convaleciendo de las heridas que había recibido en la guerra contra los filibusteros.

“De este matrimonio nacieron cinco hijos: Angélica (casada con Saturnino Lizano Gutiérrez, Presidente de Costa Rica en 1882), Rudesindo, Rosario, Emilia e Isabel Guardia Solórzano… (Emilia) gestionó el establecimiento en Costa Rica de las monjas de Sión (1878), que abrieron colegios de segunda enseñanza en Alajuela y en San José…” (1).


Como apuntamos, su hija Angélica (1858-1938) se casará con Saturnino Lizano Gutiérrez, presidente de Costa Rica en julio y agosto de 1882. A Doña Emilia, a pesar de haber encabezado la lista de beneméritas de la Patria (94 años después de serlo su esposo), no le faltan los detractores que la han criticado por los selectos gustos de alcurnia que poseía, impropios, según ellos, de una mujer de la época casada con un coronel provinciano, aunque fuera uno de los mayores cafetaleros del país. A nuestro juicio su actitud es más bien digna de admirar, pues esta gran mujer, en aquella época machista, se propuso valientemente viajar con su hija Angélica y su yerno a Europa para representar a Costa Rica como “primera dama” (aunque ese término se comenzará a usar en nuestro país hasta el año de su muerte), asistiendo primero al matrimonio de Alfonso XII de España en 1878 y después a la coronación del Papa León XIII. Con sus otros viajes a Estados Unidos y Europa en 1872 y 1873 ella se convirtió en la primera dama en salir del país con su esposo, en visitas oficiales, durante su período presidencial: todo un gran reconocimiento que le debemos las generaciones posteriores.


“A gestiones efectuadas por la Primera Dama en el transcurso de este viaje se debió la llegada a Costa Rica de las monjas de Sión, en 1879. La tradición atribuye a Doña Emilia –quien con otras señoras logró en 1877 que se perdonase la vida a un condenado a muerte- una significativa influencia en la decisión de Don Tomás de suprimir definitivamente la pena capital en Costa Rica, motivo por el cual fue declarada Benemérita de la Patria el 10 de abril de 1972. Fue la primera mujer a la que se otorgó ese honor” (2).


El coronel Guardia, después de minuciosos preparativos y apoyado por su hermano Víctor y varios militares de su confianza, el 27 de abril de 1870 dio un golpe de Estado al Presidente Jesús Jiménez, logrando derrocarlo. Al llegar al poder, disolvió el Congreso que lo había elegido, gobernó con aire dictatorial y desterró a muchos de sus enemigos políticos, manteniéndose como presidente dictatorial de Costa Rica en tres períodos distintos: 1870 – 1872; 1872 – 1876; 1877 – 1882, año de su deceso. Durante estos doce años, como Presidente y aún sin serlo (como en el breve período de Herrera), fue quien tuvo el destino de Costa Rica en sus manos, a veces desde el poder o mientras otro ejercía la Presidencia. Don Tomás Guardia se hizo acompañar entre sus seguidores de excelentes colaboradores, pero también de gente indeseable, como los hermanos Quirós, parientes de la esposa de su hermano Víctor, de quienes decía un verso de la época:


"Mano Pedro y Mano Pablo con el señor Presidente,

forman la terna viviente

de la trinidad del diablo"…


Esto sigue siendo práctica común en muchos políticos que ponen mucho cuidado a su reputación e imagen, pero colocando entre sus más cercanos colaboradores para realizar el “trabajo sucio” a gente de dudosa reputación. Era una época turbulenta, donde las venganzas políticas se pagaban con la misma vida, y tampoco faltaba quienes quisieran eliminar al presidente y a sus más cercanos colaboradores. “Al parecer, por ahí de setiembre de 1876, en una reunión de opositores celebrada en el Paso Real de La Uruca se ofrecieron miles de pesos a quien asesinase a Guardia, pero nadie se atrevió a correr el riesgo” (3). Entre sus guardaespaldas, sin duda alguna que el General Pedro Quirós fue quien gozó siempre de una pésima reputación y una fama de sucio y torturador, reconocida aún por uno de sus bisnietos, quien escribe así de él:

"Don Pedro… nunca fue un apóstol del bien. El Presidente Guardia, para mantenerse en el poder por tantos años tuvo necesidad de tipos como mi bisabuelo, o sea militares de oficio que, si bien eran valientes en los campos de batalla y para dar "cuartelazos", en la vida de paz dejaban traslucir múltiples aspectos trágicamente negativos. El excesivo tiempo libre predisponía a todas sus consecuencias: volverse tahúres, bebedores y mujeriegos. Dicha condición les hacía caer también en el ahogo económico y para mantenerse en sus puestos congraciados con el tirano, se volvían bellacos, porque es bellaquería distribuir azotes a los que piensan con cabeza propia o poner en el cepo a los supuestos enemigos del régimen" (4).


Debido a las continuas conspiraciones que se daban en contra de su mandato el general Guardia tuvo que ejercer el poder con mano dura, combatiendo sin descanso a sus poderosos opositores y siempre encontró la forma de salir adelante. Debemos resaltar que tuvo gran liderazgo entre los soldados y oficiales del ejército, quienes en no pocas ocasiones abortaron intentos de golpe de Estado y detenciones de sus contrincantes políticos. Creó a su alrededor una atmósfera de confianza ciega entre sus más allegados oficiales. Su poder siempre lo mantuvo gracias a la lealtad de estos militares, un grupo de poder muy homogéneo que siempre le respondió. Por eso pudo ausentarse un par de veces del Gobierno (1881-1882), viajando a Europa por motivos de salud, y aunque cada viaje no tardó menos de 6 meses, al regresar encontraba todo bien dispuesto y resguardado celosamente por sus partidarios, siendo homenajeado en cada recepción de bienvenida tal como si fuera un héroe de batalla, con reconocimientos de la mayoría de Municipios de entonces. Como lo apuntan sus historiadores, Guardia mantuvo un liderazgo y una lealtad basada en respaldar y en el dejar hacer a sus amigos, sobre todo en el campo económico.

Decretó la Constitución del 7 de diciembre de 1871, que estuvo vigente hasta 1948. Impulsó el desarrollo económico del país. Continuó los esfuerzos de los gobiernos de José María Castro Madriz y Jesús Jiménez Zamora, para la construcción del ferrocarril al Atlántico, iniciando así el desarrollo de la provincia de Limón. En setiembre de 1877 don Tomás Guardia se aburrió de tener al dócil doctor Herrera jugando de Presidente, y lo mandó para su casa sin muchos miramientos. Poco después convocó a una especie de junta de notables, que "recomendó" que don Tomás asumiese la primera magistratura. Algunos días después, Guardia emitió un decreto mediante el cual se declaraba una amnistía política, mostrando su lado indulgente al reconocer que podían volver libremente a sus hogares y al pleno goce de sus derechos, todos los costarricenses que por acontecimientos políticos anteriores se encuentren fuera de aquéllos..." (5).


A pesar que su gobierno fue militarista, se le ha calificado como un presidente progresista pues efectuó muchas obras de provecho para el país. Fue declarado Benemérito de la Patria por decreto N° 40 del 25 de julio de 1876. Poco antes de morir puso nuevamente en vigencia la Constitución de 1871, con algunas reformas, la más significativa de las cuales fue la de consagrar constitucionalmente la abolición de la pena de muerte el 26 de abril de 1882, que había sido suprimida ya mediante una ley desde 1877. Murió el 6 de julio de 1882, después de ser por 12 años el hombre fuerte de Costa Rica. Su funeral sería el primer entierro de un presidente muerto en el ejercicio del poder, estrenándose para tan magna ocasión la célebre música de El Duelo de la Patria, marcha fúnebre del maestro Rafael Chávez. Para gastos fúnebres y de mortual el Juez sacó a remate su antigua Hacienda el Tempisque ubicada en Carrillo, de 4,208 hectáreas y valorada en 11.100 pesos.


Dentro de los principales logros durante su gobierno destacamos que:

- Dictó la Constitución de 1871

- Estableció la isla San Lucas como cárcel, 1873

- Fundó el Banco de la Unión, hoy Banco de Costa Rica 1877

- Inició la construcción del ferrocarril al Atlántico en 1879

- Con él se iniciaron las exportaciones de banano hacia los USA en 1880

- Logró la fundación de los Archivos Nacionales en 1881

- Abolió la pena de muerte en 1882, gracias a la influencia de su esposa

- Permitió la llegada al país de la orden de los jesuitas y de las religiosas de Sión (1878), para que impulsaran la educación

- Dio fomento a la educación pública aumentando considerablemente el número de escuelas y colegios (sin embargo, en las zonas urbanas de Guanacaste para 1883 sólo el 28% de la población sabían leer y escribir; en el campo era sólo el 18%).


De su largo período presidencial algunos critican el haber concentrado el poder de una forma dictatorial, y su despiadada venganza contra sus enemigos políticos, siendo no pocos de ellos golpeados o exiliados del país, pero ninguno asesinado, como sí sucedió en regímenes anteriores tanto como en la posterior dictadura de los hermanos Tinoco. Aunque en la tormentosa y agitada época política que le tocó gobernar estas situaciones eran habituales, él no cayó en este pecado. Otros críticos han lanzado el grito al cielo aduciendo que es inconcebible que sin una Asamblea Constituyente que lo respaldara, en un gesto totalmente inconstitucional, y apoyado por sus ministros, hubiera reagrupado en torno a si todo el poder, convirtiéndose en dictador, imponiendo una Constitución ya superada y reformándola a su antojo. El error de sus rivales tal vez fue el no haber procurado suficientes alianzas y alguna estrategia efectiva para derrotarlo, tal vez por el hecho de ser jóvenes con poca experiencia en política; pero de que fue uno de los mejores estrategas políticos de la historia nacional, no hay la menor duda.

Para sepultar en el olvido si habría que mencionar los recuentos de la fundación del Colegio de Abogados de Costa Rica, donde quedó triste constancia que un profesional del Derecho, Don Tomás Guardia, puso resistencia a su mismo nacimiento, a pesar que en su último período presidencia nacería el Colegio:


“En 1875, el presidente del Poder Judicial, Lic. Vicente Sáenz Llorente, encomendare a dos destacados jurisconsultos extranjeros la redacción de un proyecto reglamentario para la conformación formal de un Colegio de Abogados. Tal distinción recayó en las figuras del jurista cubano don José María Céspedes Orellano y en el abogado guatemalteco don Rafael Machado Jáuregui, trabajo que después de varios meses de elaboración e investigación, fue publicado en febrero de 1876, en las páginas de la sección científica del periódico El Costarricense, bajo el título de “Proyecto de estatutos para el Colegio de Abogados de Costa Rica”. Pero este intento formal de colegiatura no pudo llevarse a buen puerto, al no contar con el apoyo oficial del Poder Ejecutivo, pues surgió una férrea oposición al mismo, por parte del presidente de la República, general. Tomás Guardia Gutiérrez. Dado que una gran cantidad de los principales impulsores y creadores de esta propuesta, militaban en los círculos políticos e intelectuales, que se oponían férreamente a su mandato” (6).

Con razón, muchos años después, el Código de ética de dicho colegio apuntará muy sabiamente una disposición que sus agremiados deberán respetar y promover con ahínco, cosa que ha sido detestable por su común incumplimiento: “El abogado y la abogada no deberán ejercer influencia de ninguna clase sobre Jueces o autoridades, ni utilizar vinculaciones políticas, de amistad o de otra índole, en su beneficio, en el de su cliente o en el de terceros” (7).

NOTAS:

(1) Biografía de Emilia Solórzano Alfaro, en Wikipedia (2011): http://es.wikipedia.org/wiki/Emilia_Sol%C3%B3rzano_Alfaro

(2) Primeras damas de Costa Rica; en http://www.tiquicia.org/pds/pd/23-XXIII.htm

(3) Sáenz Carbonel, Jorge Francisco. (2001). El atentado contra Mano Pedro, en http://www.tiquicia.com/columnas/historia/009q10101.asp

(4) IBID. Dos bisnietos de Pedro Quirós, don José Joaquín Trejos Fernández y don Daniel Oduber Quirós, fueron Presidentes de la República, y un tercero, don Carlos Humberto Rodríguez Quirós, fue Arzobispo de San José.

(5) IBID

(6) Arias Castro, Tomás Federico. (2009). Historia de la primera junta directiva del Colegio de Abogados; en Revista EL FORO, Colegio de abogados de Costa Rica, N. 10, noviembre.

(7) Colegio de Abogados de Costa Rica, Código de ética, Publicado en La Gaceta Nº 242 del 10 de diciembre del 2004 (art. 59).

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