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El Partido de Nicoya y los aires de independencia de 1821 (Nicoya, 26-08-2018)

Nicoya, como Corregimiento establecido en 1554, era una unidad administrativa con mucha autonomía, en especial por lo lejos que quedaba del control político central y por las dificultades de comunicación. Como municipio, ayuntamiento o Gobierno local que era, fue libre para autodeterminarse, al igual que otros pueblos del antiguo reino español como Cartago, Heredia, Granada o León. Lo presidía un funcionario impuesto por el poder central, a quien se le llamaba Corregidor o Alcalde: administraban la justicia, creaban impuestos (un peso por cada coyol botado) y vigilaban por la moralidad general de la población (castigo a los blasfemos)…no legislaban pero sí ponían las reglas en su territorio para las conductas públicas y privadas.


Como Partido, Nicoya era poco menos que la Provincia, pero para las elecciones de diputados a las Cortes el padrón electoral hablaba de tres partidos: Nicaragua, Costa Rica (Provincias) y Nicoya… La Alcaldía de Nicoya fue un partido que dependía administrativamente de León y políticamente de la Capitanía General de Guatemala, pero se manejaba con mucha libertad y autodeterminación en varios aspectos, dando gran importancia a la participación ciudadana. Hubo grandes intervalos en los que el Partido de Nicoya no perteneció a Nicaragua ni a Costa Rica…y la misma situación se repetiría después de la independencia de 1821, a pesar que políticamente desde 1824 se comenzó a pertenecer definitivamente a Costa Rica.


Según el historiador Carlos Meléndez desde 1602 hasta 1786 Nicoya vive en condición de plena autonomía con respecto a sus vecinas, dependiendo de la Capitanía General de Guatemala. En diciembre de 1787, con las reformas Borbónicas, Nicoya pasa a formar parte de la Intendencia de León en condición de Partido. Sin embargo desde 1812, a raíz del plebiscito para los diputados a las Cortes de Cádiz y en vistas de que Costa Rica no llenaba el mínimo de población electoral, Guatemala pidió al Partido de Nicoya que se le uniera, teniendo así los electores que trasladarse hasta Cartago. Así se mantuvo la situación en los años de la Independencia y hasta que las poblaciones de Nicoya (mayoría indígena) y Santa Cruz (mayoría mulata) decidieran anexarse a Costa Rica el 25 de julio de 1824, contra la voluntad de Guanacaste (Liberia), población con más influencia española y del sur de Nicaragua.


A inicios del siglo XIX, el territorio que hoy comprende la provincia de Guanacaste estaba fragmentado política y culturalmente. Se podía dividir en dos regiones poco pobladas: el partido de Nicoya (desde el río Salto al río La Flor y toda la península de Nicoya con las islas) y la zona de Bagaces (desde el río Salto hasta Esparza).

La historiadora Claudia Quirós ha enfatizado el papel protagónico de la élite nicoyana y sus vínculos con Panamá y la Meseta Central. Según ella: "desde finales del siglo XVIII se había conformado en Nicoya una poderosa red social, política y económica, con fundamento en seis familias, mediante relaciones construidas en torno a sucesivas alianzas matrimoniales y políticas de compadrazgo y de amistad. Con esto me refiero específicamente a los descendientes del Capitán Francisco Javier Viales Abarca y Margarita Moraga Ramos".


La Anexión de 1824 se da precisamente cuando el café se adueñó de la meseta central y obligó a desplazar la tradicional ganadería: dónde mejor que a esta zona del Pacífico Norte que era tierra de nadie, con grandes potreros y pocos habitantes. Así entonces la Anexión puede ser vista, más que como un acto de aclamación popular, como una estrategia política bien orquestada desde San José para reforzar la naciente nacionalidad tica, mediante un trabajo bien logrado con algunas élites del Partido de Nicoya cercanas al reducido círculo de los comerciantes y exportadores.

Según plantea el historiador Víctor Hugo Acuña “entre 1821 y 1930 el mito de Costa Rica todavía no estaba extendido en todo el país y menos en Guanacaste, aspecto que comenzó a cambiar hacia la década de 1930, cuando movimientos como el varguismo pedían mayor integración” (2). Concluye el autor con una tesis que otros muchos estudiosos de la historia de Guanacaste compartimos, afirmando que no es seguro que los pobladores de la provincia de Guanacaste se consideraran costarricenses, salvo sus élites. De aquí el dominante regionalismo que todavía identifica a los pobladores de la provincia en la denominada “guanacastequidad”.


Hay que reconocer que el proceso de asimilación de una “identidad nacional” fue disímil al interior de la misma provincia de Guanacaste. Las zonas cartagas de la “altura” de esa provincia fueron más propensas a defender rápidamente el ideario de lo nacional. No así las zonas de la “bajura”, ubicadas en las regiones de Santa Cruz y Nicoya, más temerosas de las pretensiones y distancias sociales impuestas por los territorios que componían la región del viejo Guanacaste. “En todo caso, la fuerte institucionalidad, que se fue desarrollando, y la idea de hacer partícipe a Guanacaste de los procesos nacionales de desarrollo en educación, salud y en la edificación de un sistema de control social fueron vitales en el desarrollo tanto de la invención de la guanacastequidad como de la nacionalidad “tica” (3).


Es inconcebible y sospechoso que los primeros legisladores de Costa Rica, al proclamar la Constitución Política del 25 enero de 1825 (1) hayan cometido un error garrafal: no incluir como parte del territorio patrio el Partido de Nicoya, ni tan siquiera Guanacaste (Liberia), poniendo como frontera nacional con Nicaragua el Río Salto (límite actual entre Bagaces y Liberia)… Sin embargo el 29 del mismo mes reconocían su error, situación que la reconoce también el Congreso Federal de la República de Centro América, sancionando el 9 de diciembre de 1825 la decisión voluntaria de aquellas poblaciones, que quedan separadas de Nicaragua y agregadas a Costa Rica. Hasta los denominados censos individuales de pueblos de 1824, solo dan cuenta de la población de Cañas, Esparza y Bagaces, dejando de lado al resto de las zonas de lo que será la provincia de Guanacaste.


El siglo XIX vio nacer nuestra nacionalidad costarricense posteriormente al sentimiento que ya unía a los habitantes del Partido de Nicoya; esto sucedería a partir de la llamada Independencia en 1821, un GRITO dado en Costa Rica sin guerras, sin revolución, sin muertos, sin esfuerzos. Entonces se sucedieron varios acontecimientos y decisiones políticas que fueron necesarios para definir una IDENTIDAD nacional propia:

• 1821 Acta de la independencia, firmada después que se aclararon “los nublados del día”.

• 1822 Un terremoto que destruye Cartago, la ciudad capital

• 1823 Con la guerra de Ochomogo San José le quita la capital a Cartago

• 1824 Declaración del patronazgo de la Virgen de los Ángeles sobre Costa Rica (el premio de consolación para Cartago).

• 1824 Anexión del Partido de Nicoya


Los acontecimientos históricos anteriores están íntimamente relacionados entorno a la creación de la nueva nacionalidad tica compartida. Y qué mejor que ponerle una Patrona a la religiosidad popular en un tiempo en que la Constitución Política prohibía cualquier otra religión que no fuera la católica. Se le dio golpe de Estado a la Virgen de Ujarrás y se entronizó una desconocida imagen mariana con facciones mulatas, La Virgen de los Ángeles: religión y política vuelven a unirse en un proyecto compartido, haciendo nacer la Anexión y el culto a La Negrita el mismo año de 1824.


Nadie cuestiona que también “la educación fue una vía de integración de Guanacaste a la institucionalidad estatal que se fabricaba, primero, en torno al Estado Federal, y luego, alrededor de la primera República. El proceso fue lento y lleno de contradicciones…En 1827, por ejemplo, la zona cartaga de la península de Guanacaste, sólo contaba con dos escuelas, desconociéndose el número en el resto de las subregiones de que lo que sería más tarde la provincia guanacasteca… Para 1827, un documento de Gobernación indicaba cómo en Guanacaste la carencia de maestros obligaba a las autoridades a traerlos desde Nicaragua” (4). Las décadas próximas siguientes a la Independencia esta situación no mejoró sustancialmente, por lo que las escuelas privadas comienzan a pulular con gran regocijo para las élites económicas, y 40 años después de la Independencia, Guanacaste tenía el 55% de las escuelas privadas de Costa Rica. La educación pública en esta región no estaba ni en pañales.

Bajo el panorama histórico descrito no pareciera que los aires de Independencia soplaran de la mejor manera en Guanacaste, como sí sucedió en la Meseta Central, que más pronto pudo ver llegar el progreso y el desarrollo, mientras esta provincia del Pacífico seguiría por muchas décadas más castigada sin escuelas, sin colegios, sin hospitales, sin puentes y con caminos casi imposibles de transitar en el invierno, por lo que el cabotaje en el río Tempisque y sus afluentes serían por años el más importante medio de transporte de esta pobre y abandonada región nacional que seguirá suspirando por la autonomía que tuvo cuando el antiguo Partido de Nicoya.


NOTAS:

(1): “Ley fundamental del Estado de Costa Rica”, hija de la Constitución Federal, la que dominó hasta poco después que se disolviera el Congreso de la Federación el 30 de mayo de 1838.

(2): Nuñez-Marín, Acotando espacios. Control estatal en Guanacaste 1860-1940: Construyendo el Poder en Guanacaste. En Diálogos: Revista Electrónica de Historia, Vol. 9, N° 2, San José 2009, pág. 36.

(3): IBID, pág. 36.

(4): IBID pág. 45.


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