Guanacaste ha sido una provincia experimental para los latifundistas, los empresarios turísticos y los monocultivos del país, gracias a sus condiciones particulares, arriesgando sus recursos naturales y ofreciendo los salarios más bajos y con menos garantías sociales del país.
HAY ESPERANZA:
Tanto la organización comunal como los diferentes espacios políticos, a pesar de estar controlados por las élites regionales, siguen siendo opciones válidas para reclamar las justas demandas de una provincia que no pide limosnas, sino JUSTICIA.
Guanacaste es más que una provincia, es un sentimiento regionalista que hunde sus raíces en la cultura chorotega.
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