“Yo quiero que tengan paz los hijos de Gil Tablada muerto por darle la vida a la tierra acaparada” (Misa Campesina, grupo CANTARES)
A diferencia del Gran Área Metropolitana (GAM) “que desarrolló en general una vocación minifundista, en La Cruz se modeló desde el siglo pasado un estilo de vida señorial basado en el latifundio” (1). Ya desde 1960, cuando la población de La Cruz contaba alrededor de cinco mil habitantes, y sus playas eran casi vírgenes, el benemérito de la Patria Carlos Luis Fallas (Calufa) escribió su mejor ensayo sobre la tenencia de la tierra en esta zona, titulado acertadamente “Don Bárbaro”, pues habla de los atropellos e injusticias cometidos por los grandes terratenientes de estos lugares. En este ensayo novelesco, extrañamente desaparecido de todas las bibliotecas del país, y rescatado por mi persona en enero del 2008, escribía: “La terrible Doña Bárbara atropellaba a otros latifundistas, a otros señores feudales venezolanos que podían y sabían defenderse y atacar. Este Don Bárbaro cruceño sólo se ceba en campesinos humildes, analfabetos e indefensos” (2). Para esta época el entonces distrito liberiano de La Cruz era como una gran hacienda donde los gamonales y sus aliados políticos y policiales hacían y deshacían a su antojo, abusando de la gente humilde y sin educación escolar que vivían en continuo temor. “Fallas narró con todo detalle la terrible injusticia que Morice pretendía cometer con los campesinos. La gran mayoría de esta gente tiene más de veinte años de ocupar estas tierras y hay quienes tienen treinta y cuarenta años. Pero esta larga posesión no los ha librado de las persecuciones de Morice, quien de una u otra manera es ayudado en tan infame tarea por los resguardos y los alcaldes. En ocasiones los campesinos han sido sacados de la zona con las manos amarradas a la espalda…En La Cruz se han cometido las mayores injusticias y siempre con la alcahuetería o la participación de las autoridades, y al amparo de los ronquidos del ITCO” (3).
El miedo encarnado en la oscura piel asoleada de los cruceños tenía en el abandono y el olvido a las pobres familias campesinas de la región, que a ciencia cierta tampoco se sabía a cuál país pertenecían, pues el comercio principal siempre lo efectuaban con el sur de Nicaragua, ya que el camino hacia Liberia era difícil y peligroso. Las tensiones internas por la tenencia de la tierra eran como una cruel versión del juego entre policías y ladrones, pero ahora ambos de un mismo bando, y el pueblo humilde, del otro. La primera víctima mortal, profetizada poco antes por el mencionado Calufa, sería Gil Tablada, un talabartero y zapatero de La Cruz, asesinado el 18 de noviembre de 1970 por apoyar y defender a los precaristas que habían tomado meses atrás las tierras costeras abandonadas en un latifundio estatal, pero reclamado por el terrateniente Luis Morice quien, aunque se las había apropiado para beneficio de su esplendoroso hato ganadero, todavía no gozaba de la titulación de estas tierras estatales. El día anterior a su asesinato, Gil Tablada se sentía más valiente que nunca, pues había recibido un telegrama de Ricardo Salazar, secretario particular de José Figueres, Presidente de la República, en el que se le agradecen las gestiones ante él y ante Daniel Oduber Quirós, presidente de la Asamblea Legislativa, intercediendo en favor de los precaristas encarcelados y los que se mantenían en lucha por la tierra, que estaban atravesando condiciones precarias y un peligro constante. La alabanza de aquellos políticos fue su condena de muerte.
La noticia del homicidio conmovió a la prensa nacional: “Asesinado un líder campesino Gil Marcial Tablada Corea, costarricense con cédula de identidad 5-062-269, dirigente de un grupo de campesinos de La Cruz. Fue asesinado por el latifundista Morice, cuando se dirigía a colaborar con los empleados del ITCO que iban a investigar el conflicto… Había nacido en La Cruz y era miembro del partido Liberación Nacional. No se trata de ningún aventurero nicaragüense, como han pretendido presentarlo algunos órganos informativos del país”, indicaba el citado periódico “Libertad” de aquella época.
Una vez asesinado Gil Tablada, la Policía detiene y encarcela no precisamente al asesino, sino a varios líderes campesinos, acusándolos de desorden social y desacato a las autoridades, alargando por varios meses la investigación y el juicio contra el homicida Luis Morice, quien no tanto por el brazo fuerte de la justicia sino por la presión que ejerciera el Partido Comunista en los Medios de Comunicación, se vio obligado a huir hacia Nicaragua para evadir la cárcel. “Luis Morice, el matador de mi esposo, anda muy campante por la calle, ante la indignación del pueblo de La Cruz. Mi esposo no tenía pendiente ningún problema de tierra con Morice. Simplemente ayudaba a los catorce precaristas presos en la cárcel de Liberia, por orden del mismo Morice”, declaró al periódico “Libertad” doña Chepana Aguirre, la viuda de Tablada (+ 13-12-2002).
Estando en aquel destierro voluntario, vacacionando en su hacienda de Rivas, “Don Bárbaro” participa del exquisito matrimonio de su hijo Gerardo Morice Martínez con María Cristia Ocampo Baltodano, hija de una influyente familia liberiana que ha controlado por décadas, junto a la familia Román, el Municipio y los liderazgos políticos de la región. En dicho matrimonio estuvo como padrino el entonces Ministro de Seguridad de Costa Rica… (quien por cierto no ejerció la orden de captura que ya circulaba contra Luis Morice). Años después doña María, ahora divorciada, se casará con Luis Román para unir el poderío político y económico de tradicionales e influyentes familias liberianas.
Al aclararse el panorama legal de aquellas tierras costeras, el Estado las declararía un lugar apto para los campesinos sin tierra, bautizando esta zona costera tal como la población del lugar lo sugirió: “Colonia Gil Tablada Corea”. Y no era para menos, pues Gil Tablada será modelo como patriarca cruceño en la lucha por la tierra; él “fue baleado mortalmente en la cara después de una corta lucha. En un esfuerzo por ocultar el crimen, Morice colocó una pistola en la mano izquierda de la víctima para que pareciera que se había suicidado. Lo que Morice no sabía era que Tablada era zurdo, Más aún, la pistola no tenía cargador” (4). Gil Tablada “nunca recomendó la violencia, sino el apego a la ley y a la justicia. No era un matón Era un costarricense de paz. Dijeron los periódicos que Morice mató a mi marido cuando trató de agredirlo Eso es falso. Una vez muerto…le sacaron el revólver que llevaba en la cartuchera y se lo pusieron en la mano izquierda, cuando mi marido no era zurdo. Sencillamente mi marido fue asesinado a sangre fría por ayudar en la lucha de los catorce precaristas de La Cruz presos por las maniobras de Morice” (5). Tales evidencias quedaron plasmadas en el inconcluso juicio contra Morice, del que nunca cumplió con la pena de cárcel que correspondía a los asesinos.
Las denuncias anteriores del injusto trato hacia los campesinos y el asesinato de Gil Tablada han sido de sobra documentadas, “sobre la triste historia de cómo fueron a parar a manos de los hermanos Arias unos lotes junto al mar, propiedad de campesinos pobres y que obtuvieron con su lucha heroica y la sangre generosa de Gil Tablada. Vean los ciudadanos cómo el círculo se dibuja con nitidez: primero un terrateniente usurpa tierras que son del Estado, es decir, del pueblo; después los campesinos invaden las tierras y reivindican su derecho a poseerlas; una vez asentados en ellas, sufren una violenta represión; después el terrateniente asesina a mansalva al líder campesino; posteriormente el IDA entrega las parcelas a los campesinos que lucharon por ellas, pero los abandona a su suerte; cogidos por hambre, unos testaferros les compran las parcelas a vil precio; después el testaferro se las traslada al terrateniente. Un círculo perfecto. ¿Problema penal? Puede ser, pero antes que nada es un asunto de moral y ética política de primer orden” (6).
Hoy que nos volvemos a preguntar cual sería la causa del vil asesinato del que fue objeto Gil Tablada, la razón parece obvia, tal como le aconteció a Jesús, el mártir de la Verdad: “por decir la verdad, fue asesinado el dirigente campesino Gil Tablada Corea por el terrateniente Luis Morice, por decir la verdad, fue asesinado el dirigente campesino Antonio Mendoza, en la zona norte cuando la CONTRA nicaragüense, se paseaba como "Juan por su casa", durante la administración Monge Álvarez” (7).
El ITCO, antecesor del IDA, que distribuía parcelas para los campesinos sin tierra en los años 70s, cedió suficiente terreno a cada familia campesina, preocupándose de mejorar los caminos de la nueva comunidad agraria. Años después la organización comunal logró que el MEP fundara la primera escuela del lugar, bautizándola también a la memoria del mártir contra la tierra acaparada: Escuela Gil Tablada Corea. Pero, por la presión política y económica, tanto los funcionarios del MEP que la dirigen, como los líderes de la comunidad, ocultan su nombre oficial “Gil Tablada Corea”, detrás del localismo “El Jobo”.
El 18 de noviembre de 2003 los asistentes a la celebración de un aniversario más del asesinato de Gil Tablada, desde la escuela dedicada a su nombre, enviamos una carta abierta al Consejo Municipal de La Cruz, haciéndole sólo tres peticiones:
1. Decretar el 18 de noviembre como “día cantonal contra la tenencia de la tierra acaparada”.
2. Interceder ante el MEP para que en todos los centros educativos del Cantón se recuerde esta gesta heroica del mártir cruceño con un pequeño acto cívico en este día.
3. Que se honre la memoria póstuma del líder campesino construyendo un digno mausoleo donde descansan sus restos, en el Cementerio Cantonal, de la entrada principal, 12 metros mano izquierda, con vista hacia Bahía Salinas y la Colonia que lleva su nombre, aunque le llamen “El Jobo”.
Como era de esperar de un municipio que perdió su memoria histórica, nunca recibimos respuesta. Ojalá el pueblo reciba respuesta afirmativa al cumplirse el 50 aniversario de nuestro mártir campesino cruceño. Sin embargo, a pesar del olvido municipal, el mausoleo espiritual ya ha sido levantado en todo el territorio nacional, en cada lucha por la dignificación del agro, en cada esfuerzo por mejorar la vida de las familias campesinas, en cada recuperación de tierras ociosas por parte de familias sin tierra, en cada discurso que recupere la memoria siempre vida de Gil Tablada, en cada lucha patriótica contra la tierra acaparada.
NOTAS:
(1): GESTIERA S.A. y Cámara de turismo de La Cruz. Proyecto: Plan para el desarrollo de un turismo sostenible en el Cantón de La Cruz. (borrador). La Cruz, 1998, p. 7
(2): FALLAS, Carlos Luis, “Don Bárbaro”, Cuadernos Prometeo n.8, UNA, Heredia 1978, p.7.
(3): Periódico LIBERTAD, año XI, n. 407, 28 de noviembre de 1970
(4): SELINGSON, Mitchell A., “El campesino y el capitalismo agrario en Costa Rica” San José 1984, EUCR, p. 138
(5): Periódico LIBERTAD; año XI, n. 407, 28 de noviembre de 1970
(6): MONTERO, Álvaro; “La verdad jamás ensucia”; periódico La Nación, Opinión, 3-11-2005.
(7): CONTRERAS, Gerardo; “Por decir la verdad”, Semanario Universidad, UCR, San José. http://cariari.ucr.ac.cr/~semana/pais3.html
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