Recientemente cayó en mis manos un estudio de la UCR publicado el año pasado y que tenía como título “El anti comunismo electoral en Costa Rica durante la Guerra Fría 1948-1990” del sociólogo Jorge Barrientos Valverde. Al leerlo, no dejaba de pensar con dolor en mi bella y maltratada provincia de Guanacaste, muy mencionada en el mismo, pues el autor llega a la constatación desde los datos comparados de todos los procesos electorales en ese período, que en Costa Rica, “a nivel de provincias la región más anti comunista es Guanacaste, pues allí obtiene menos votos el grupo de izquierda tanto en diputaciones como en elecciones presidenciales. Esta tendencia se apoya también con la información obtenida en elecciones para regidores y síndicos”.
Según dicho estudio Guanacaste y Cartago son claramente las provincias más anti izquierdistas del país, mientras proporcionalmente según población electoral, Limón, San José y Puntarenas se ubican a la cabeza como regiones que más simpatizan con los partidos de izquierda, al igual que Heredia. Llama la atención el caso de Guanacaste, pues históricamente ha generado muy poco apoyo a la izquierda, y ello posiblemente se deba por el poco trabajo intelectual y de partido que tradicionalmente se ha hecho en la región, al igual que por el poco impacto de los sindicatos y la casi ausencia de reconocidos líderes sindicales y sociales comprometidos. A pesar de ello es más comprensible el dominante anti comunismo en Cartago, por ser esta una provincia altamente católica y conservadora de pensamiento, lo cual pueda que haya afectado la aceptación por parte de su población a las ideas de izquierda, vistas como ateas, irreverentes y desestabilizadoras, en una región acomodada que posee una clase media dominante que en su mayoría apoya al PLN.
A nivel nacional es explicable el poco resurgir de la izquierda por el dominante discurso anti comunista (en el siglo XX) y anti socialista (en el siglo XXI) por parte de la prensa, las iglesias y los más acérrimos políticos conservadores, ubicados entonces en el denominado Movimiento Costa Rica Libre, abuelo del Movimiento Libertario. Vale ponerle atención a la siguiente cita que ilustra claramente cómo en Costa Rica históricamente se ha utilizado el epíteto de “comunista” para atacar a cualquier candidato con preferencia popular, sea de la ideología que sea, de tal forma que en la lógica de la prensa controlada por la derecha, y que caló en la mentalidad del electorado, el candidato que se denominara de primero como anti comunista, se consideraba a sí mismo como “el mejor”:
“Otilio Ulate en su propaganda se posicionaba como anticomunista, señalando a Calderón y al PLN como vinculados a esa tendencia. Pero a Ulate lo acusaba el PLN de haber querido legalizar al comunismo en Costa Rica, o de no haber estado de acuerdo con la prohibición de Partido Progresista Independiente en 1953. A Figueres lo acusaba el PUN de simpatizar con Fidel Castro, e inclusive de ayudarle con armamento así como de ser favorable a la Rusia Soviética, mientras que a Orlich se le llama el falso anti comunista pues supuestamente estaba de acuerdo con legalizar al partido comunista. Por su parte, Figueres criticaba a Fidel Castro y acusaba a Calderón de ser el primer gobernante latinoamericano en introducir el comunismo en la región y de simpatizar con el comunismo. El PLN se refiere por lo general al Partido Republicano como el “calderocomunismo”. Calderón por su lado, trató de posicionarse como un candidato católico, a efectos de contrarrestar las acusaciones y remembranzas sobre su alianza con los comunistas en los años 40.” (Hernández, Gerardo. (2010). Reseña de elecciones de 1953 - 2002. En: Atlas electoral de Costa Rica. Instituto de Investigaciones Sociales UCR, pág. 11).
Después de analizar los resultados de varias campañas electorales es evidente que el discurso anti comunista caló tan fuerte en la cultura política del ciudadano costarricense, particularmente del sencillo habitante de Guanacaste, de modo tal que en último momento modificaba el comportamiento electoral a la hora de votar, por lo que en los estrategas políticos y en la mayoría de grupos poderosos del país, tanto a nivel económico como político, no existía la menor duda que una acusación de comunista a su rival político les podía levantar automáticamente su desteñida campaña electoral.
Una pequeña excepción se da en la elección de 1974, cuando la izquierda crece en su apoyo a nivel nacional, y hasta en Guanacaste logra elegir un regidor, a pesar de ser la región más anti anticomunista del país. Pero si analizamos el asunto más detalladamente, llama la atención que solo fuera en Liberia, donde se fundan sedes de las primeras universidades públicas, por lo que se mantiene, a diferencia de los otros cantones, una actitud de apoyo moderado a la izquierda, y de hecho allí es donde se elige al regidor.
Las razones que motivan la intencionada campaña de “miedo electoral al comunismo” (a pesar que en el país nunca se haya tenido un gobierno comunista) para los sociólogos es bastante obvia y se debe sin duda entre otros a los siguientes factores culturales: “nivel de educación y formación política de las personas, conciencia de clase, nivel de pobreza y abandono de las regiones, y acción política de los partidos de izquierda en su trabajo a través de sindicatos y activismo social. Aunado a lo anterior el fuerte conservadurismo por el catolicismo fuerte en ciertas regiones y una tradición política de votar por la derecha (PLN – PUSC) de parte de la clase alta, la clase media y la misma clase baja sin conciencia de clase, hace que se vote por las elites hegemónicas”. Y Guanacaste ha sido la tierra fértil donde todos estos síntomas se han experimentado sobradamente, para beneficio de unas pocas familias adineradas de Liberia y Nicoya que han controlado la elección de diputados, fieles representantes de sus intereses económicos.
Desde el análisis electoral queda claro, en cuanto a tendencias por provincias, que Guanacaste ha sido históricamente la provincia más anti comunista según porcentajes electorales de 1970 a 1990 y en la elección de 1962. Y al mismo tiempo, y como consecuencia de la manipulación anti comunista, ha sido la más liberacionista de Costa Rica en las diversas contiendas electorales, siendo decreciente la tendencia a darle apoyo a los partidos de izquierda, que recibieron más votos en los setentas, luego empieza a disminuir el apoyo hacia finales de los ochentas hasta volverse casi nulo en los noventas e inicio del siglo XXI.
Un caso excepcional en este análisis electoral lo constituye la contienda del 2014 cuando, contra todo pronóstico histórico, es elegido en Guanacaste un diputado de izquierda que en la campaña política había sido atacado fuertemente de comunista y chavista. Rompiendo la tradición electoral logra captar casi el 23% de los votos del electorado, superando por varios miles de votantes al candidato del PUSC que le sigue. Sin duda que la trayectoria social del padre Ronal Vargas, aunada a su condición de ex sacerdote muy querido en la provincia por su labor social, fueron los detonantes de esa engañosa explosión electoral de la izquierda, la que difícilmente se vuelva a repetir, por las traiciones internas y la coacción política que le aplicaron para obligarlo a renunciar cuando estaba en el mejor momento de su gestión, a fin de colocar en su lugar a una diputada más fiel a las líneas del partido izquierdista-centralista desde San José.
En palabras del sociólogo francés Pierre Bourdieu, la idea en política es combatir el comunismo a través de la violencia simbólica, es decir a través de la imposición de saberes por medio de discursos que se hacen ver como la verdad absoluta. Tanto en las plazas públicas, en la prensa, como en las redes sociales, los pensadores “democráticos” (léase de derecha) no dejan de utilizar el discurso condenatorio de la izquierda invocado casi como una religión con sus “verdades a medias”, que ellos presentan como tesis irrefutables, tales como: “nos volveremos otra Nicaragua, seremos como la Cuba de Fidel Castro, se vendrá una dictadura, escasearán los alimentos como en Venezuela, los comunistas acabarán con la religión, destruirán todas las empresas, no permitirán la libertad de pensamiento, nos quitarán nuestras riquezas…”.
La realidad ha sido totalmente distinta en países de América donde la izquierda ha triunfado (Ecuador, Uruguay, Bolivia, Brasil, El Salvador, Nicaragua, Venezuela…), pues también ha triunfado la justicia social, ha mejorado la situación económica y el empleo de las clases más pobres, los Tribunales de Justicia han podido enjuiciar a ricos y famosos políticos que empobrecieron al pueblo, la educación, la salud y la vivienda propia se han universalizado y mejorado notablemente, la mujer ha sido redignificada, la religión se ha respetado y la libertad de prensa ha sido más evidente.
En una provincia tan históricamente empobrecida como Guanacaste, controlada en la mayoría de cantones por el PLN, donde los partidos políticos mayoritarios siempre han estado en manos de pocos hacendados procedentes de las familias más adineradas y donde los empleos mejor pagados son ejercidos por gente foránea, sin duda alguna que a la clase conservadora dominante le conviene que continúe el tradicional discurso condenatorio de la izquierda y que NUNCA un partido político de izquierda pueda determinar el futuro de la provincia, que ellos ya lo tienen más que controlado para su beneficio patrimonial.
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