Puerto Bebedero 1935
Para entender la historia de los siglos recién pasados en Guanacaste debemos tener claridad en algo que hoy no nos resulta evidente, por tantos caminos, carreteras y puentes que unen los pueblos y cantones por los que transitamos con facilidad en nuestra provincia: la historia de Guanacaste no se escribió desde los caminos y carretas, sino desde el río Tempisque y sus afluentes, que eran la carretera principal de la provincia antes de mediados del siglo pasado, cuando se construiría la carreta interamericana en la década de los 40s. No debemos olvidar que el primer puente importante de la provincia fue construido tardíamente a finales de los años 20s sobre el río Tempisque para unir los cantones de Liberia y Carrillo, entre las poblaciones de Guardia y Comunidad, aunque ya desde el 28 de julio de 1923 se había aprobado la Ley N°141 que aprobó su construcción.
Hemos cometido el gran error histórico de creer que los primeros habitantes blancos o colonizadores que fundaron importantes ciudades y pueblos solo tenían dos opciones para entrar a lo que hoy es Guanacaste, viniendo a caballo desde la Meseta Central, atravesando la muy noble ciudad del Espíritu Santo de Esparza y desde allí avanzando por el Camino del Arreo (Calle Real) a través de las haciendas Aranjuez, El Palmar y Chapernal (1780), Guacimal (1852), Ujarrás (1844), La Hermita (1844, por donde hoy es Abangares), San Mateo (1857), Taboga (1840), el sitio de Las Cañas (1800), Tenorio (1780), Santa Isabel (1858), el Mogote (1877), el Valle de Bagaces, Monteverde (1884), Pijije (1865) y San Francisco El Salto (1865), hasta descansar bajo El Guanacaste (Liberia), antes de continuar el largo camino hacia Nicaragua o hacia Nicoya; o bien, viniendo desde el norte nicaragüense, desde la ciudad de León de los caballeros, llegando hasta Granada y Rivas, para continuar por las haciendas Conventillos (1921), Sapoá (1832), El Amo (1880), Las Ánimas (1880), El Hacha (1889), Santa Rosa (1850), Naranjo (1874), El Jobo (1867) y La Cueva (1875), hasta descansar en El Guanacaste (Liberia), para desde allí seguir hacia el sur por el Valle de Bagaces o hacia el Oeste por Siete Cueros (Filadelfia), Santa Cruz y Nicoya, atravesando las Haciendas de Ventanas y El Real (1878), Tempisque (1872), Nuestro Amo (1858), Nuestra Señora de El Viejo (1878), Talolinga (1812) y los Sitios San Lázaro y San Antonio (1800).
Puerto Ballena 1922
La verdad histórica incuestionable es que ambas rutas anteriormente mencionadas eran poco usadas por los viajeros, arrieros, boyeros y comerciantes y solamente en el verano, por causa de las malas condiciones, los muchos pasos de ríos peligrosos, la ausencia de puentes, los frecuentes pantanos, los animales salvajes, los abundantes bosques impenetrables y el peligro mayor, los asaltos y robos a los viajeros. Al no haber caminos, la comunicación de los pueblos del Pacífico norte se hacía a través de los ríos, Guanacaste se comunicaba con el centro del país a través de las vías fluviales y marítimas. La ruta más frecuente y segura de entonces era la pluvial, desde Puntarenas, donde llegaría el ferrocarril de la capital desde finales de 191), y en botes a través del Golfo de Nicoya, el río Tempisque y sus afluentes.
A partir del año 1846 se declara Puntarenas como “puerto franco del país y para el comercio de todas las naciones”, esto hace que con el pasar de los años este lugar sea centro estratégico del comercio de todo el Pacífico y principal puerta de entrada y salida de Guanacaste, en especial desde 1874, cuando el general Tomás Guardia ordena construir un pequeño muelle en el estero de Puntarenas, lo que favorece el cabotaje para el Golfo de Nicoya y las vías fluviales de Guanacaste. Las primeras embarcaciones que llegaban a este puerto desde la provincia fueron de remos y también de velas, a mediados del siglo XIX ya las había de vapor y a inicios del siglo XX comienzan a verse las empujadas por motores de diésel y gasolina. Las compañías de cabotaje que transportaban pasajeros, animales, granos y hasta el correo, empujaron la creación de más de sesenta pequeños puertos de arribo, más de la mitad de ellos se ubicaban en el Golfo de Nicoya.
En 1886 Joaquín Bernardo Calvo hace referencia a que todas las poblaciones del país se encontraban comunicadas por carreteras, con excepción de Liberia que se comunicaba a través de vía fluvial hasta Puntarenas, es interesante también como hace mención de que el camino Bagaces - Esparza se hacía intransitable debido a las lluvias y las crecidas de los ríos, dificultado la comunicación en invierno.
A partir del siglo XIX sobresalen en Guanacaste los prósperos puertos de Bebedero (Cañas), Corozal, San Pablo y Thiel (Nandayure), Puerto Jesús, Humo, Pochote y Letras (Nicoya), Bolsón (Santa Cruz) y Ballena (Carrillo). En las primeras décadas del siglo XX estamos ante la época de oro del cabotaje, donde los viajes en lanchas, botes y en especial las medianas embarcaciones comerciales son la mejor alternativa de los viajeros. El Gobierno catalogaba como cabotaje las embarcaciones que pesaban menos de cincuenta toneladas, estas surcaban las costas marítimas y ríos como el Tempisque, Bolsón, Bebedero y Salto-Liberia.
La primera referencia del transporte de correos conocida data de 1873 cuando, siendo ministro de Gobernación Vicente Herrera, se hace referencia a la introducción de un vapor llamado el "General Guardia" que serviría exclusivamente de transporte de correspondencia entre Bebedero y Puntarenas. En el año 1878 se agregaría otro vapor al correo de Guanacaste, llamado el "General Cañas" y se establecía otra terminal en Bolsón, denominada Tendal, que acarreaba correspondencia entre Santa Cruz y Nicoya con Puntarenas. El Gobierno establece que Bebedero sería el contacto entre Cañas y la sección occidental de Guanacaste y Tendal con el oriente (el valle del Tempisque). Tal era la importancia estratégica de Bebedero que en 1858 el presidente Juan Rafael Mora Porras estableció que se trasladaran “los pueblos de Bagaces y Cañas al punto de que se haya en la costa del Golfo de Nicoya, conocido con el nombre de Bebedero”.
Los puertos de Bolsón (en Santa Cruz) y Ballena (en Carrillo), separados nada más por el río Bolsón, eran la principal arteria por la que salía la producción agrícola y ganadera del valle del Tempisque. No podemos olvidar que el Ejército Nacional usó esta ruta en su marcha desde el Valle Central, hasta Rivas (Nicaragua) en la Campaña Nacional de 1856-1857. Setenta años después (1927) se construiría un puente metálico sobre el río Bolsón para cruzar entre estos puertos; la vieja estructura aún está en pie. Bolsón en el siglo XIX era conocido como Tendal, nombre de una finca situada en este sitio. Desde 1880 se conocen reportes sobre la utilización de vapores para transportar el correo desde Bolsón.
Se podría decir que Ballena y Bolsón fueron las únicas vías de comunicación estables de los vecinos de esos cantones con el resto del país. También desde estos puertos salieron los primeros jóvenes guanacastecos que regresaron convertidos en maestros de la Escuela Normal de Heredia. Las personas, animales y granos eran trasladados por este afluente del río hasta el golfo de Nicoya y de ahí hasta Puntarenas. El puerto de Ballena adquirió importancia desde finales del siglo XIX. Al parecer ese nombre se le dio porque el cerro que está ahí cerca tiene forma de ballena en el mapa. En este y los otros puertos mencionados existían bodegas y lugares de espera donde carreteros y pasajeros se reunían dos o tres días a la semana, mientras llegaban las lanchas, algunas veces entrada la noche o en la madrugada, dependiendo de la hora en que las mareas llenaban o vaciaban el río Tempisque. Igual papel jugaba para los nicoyanos Puerto Jesús, que se convirtió en puerta de entrada para la mayoría de viajeros y comerciantes, así como Puerto Thiel para los futuros pobladores de Nandayure, Hojancha y sus cerranías.
A partir de 1930, mismo año en que se compone la pieza musical “Amor de temporada”, un incipiente muelle en El Coco pretende darle realce a esta población pesquera y lograr apropiarse a pequeña escala de un poco del comercio marítimo de Puntarenas…un intento similar se haría años después con el muelle marítimo administrado entonces por Tomás Soley en Bahía Salinas de La Cruz, que sucumbió al ser quemado en una de las invasiones desde Nicaragua, allá por enero de 1955, a fin de que el ejército de Costa Rica no sorprendiera la insurrección de estos forajidos desde el mar.
Virgilio Caamaño en su libro “El costarricense y el Mar” (1922) establecía tres rutas de Cabotaje, siendo las dos primeras las que más nos interesan para Guanacaste:
1. Ruta del Golfo de Nicoya y del río Tempisque y afluentes, que a su vez la podemos dividir en la ruta oriental (conectando La Cruz, Liberia, Bagaces y Cañas a través del río Bebedero y el Tempisque) y la ruta occidental (conectando la Península de Nicoya a través de Bolsón, Ortega, Humo, Jesús, Thiel, Letras…).
2. Vuelta de Alguera, que comunicaba vía marítima con el Pacífico Norte y las costas de Guanacaste con los pequeños puertos de Coyote, Sámara, San Juanillo, Tamarindo, Puerto Viejo, Potrero, El Coco y Puerto Soley. A su vez esta ruta se unía a procesos internacionales de cabotaje provenientes de El Salvador, Nicaragua y Honduras.
El abandono de las entonces prósperas poblaciones de Bolsón y Ortega empezó a acelerarse tras la apertura de la carretera Interamericana, cuando invadieron la provincia los carros y autobuses, culminando en 1965 con la desaparición del servicio de cabotaje; de ese año se rescatan los últimos registros oficiales de cabotaje, principal medio de transporte en Guanacaste por más de dos siglos y que la construcción de vías terrestres enterraron en el cruel olvido.
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