Con el cultural nombre de “La Yegüita” se conoce la fiesta tradicional de Nicoya con que se adorna la celebración anual del 12 de diciembre, día de la Virgen de Guadalupe. El baile de la Yegüita pareciera que fue traído por los colonizadores españoles y adaptado por los aborígenes chorotegas como parte de su expresión cultural.
Cerca del cerro de La Cruz, camino hacia Curime, cuando los pobladores regresaban de las celebraciones indígenas en Nicoya, poco después de la misa mayor, allá por el 12 de diciembre de 1663, cuenta la leyenda que dos hermanos gemelos algo pasados de tragos tuvieron un disgusto y comenzaron a pelearse violentamente en ese sitio. Una indígena que venía un poco más atrás se horrorizó al ver cómo se lastimaban entre hermanos chorotegas de la misma sangre, e invocó con fe a la Virgen de Guadalupe para que no terminaran matándose entre sí. Entonces sucedió algo extraordinario en medio de los improvisados peleadores, cuando se apareció de repente una hermosa yegua alazán, que a patadas y mordiscos, obligó a los hermanos a separarse, desapareciendo poco después de la reconciliación entre los hermanos.
Este hecho inusual fue considerado por aquellos antiguos pobladores de Nicoya como un milagro, y por esta razón desde aquellos lejanos tiempos se acostumbra incluir entre las procesiones religiosas de las fiestas guadalupanas la presencia de una bella yegüita de madera que baila en forma muy particular, al son de tambores y pitos, separando a los que intentaran pelearse. Desde entonces tanto la Yegüita como la imagen de La Virgen son las dos piezas fundamentales en todas las procesiones guadalupanas del 12 de diciembre.
En algún momento de la tradición se hizo costumbre que los rivales y enemistados durante el año se amenazaran con la sentencia: “en Nicoya nos vemos el 12 de diciembre”. Era hasta entonces que muchos pleitos se aplazaban, mientras se preparaban los chilillos con cueros de danta que servían de armas. Con estos chilillos y sin camisa, al son de los tambores y los pitos, los enemistados se daban de chilillazos hasta sangrarse en presencia de la Yegüita, que cuando consideraba necesario, intervenía bailando para separarlos. Esta cruel costumbre de la riña a chilillazos fue abolida alrededor del año 1914, por el Sacerdote José María Velazco, y sustituida por la imagen diminuta de la Virgen, llamada “La Niña”; pero popularmente conocida con el nombre de “La Muñeca”, que desde entonces es llevada como estandarte por un miembro de la Cofradía, bailando al mismo son de la Yegüita.
MORALEJA:
En Nicoya quedó la costumbre entre los aborígenes de dirimir sus conflictos en el último mes del año, recordando la reconciliación de aquellos violentos hermanos peleadores. La pelea entre hermanos nunca es beneficiosa para el pueblo, por lo que siempre hay mujeres atentas y situaciones sobrenaturales que se confabulan para lograr la paz y el perdón. Debemos aprender a desenmascarar a los verdaderos enemigos de la comunidad que vienen de afuera y tratan de dividir y poner a pelear a los mismos hermanos con malas intenciones.
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