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Marcelino García Flamenco, el maestro de 30 años que liberó Costa Rica de la tiranía, desde La Cruz.

Pasó desapercibido el CENTENARIO de un crimen acaecido en el entonces distrito La Cruz del cantón de Liberia y que encendió la llama de la revolución política en la Costa Rica de inicios del siglo XX que terminaría con una de las más detestables dictaduras presidenciales.



Marcelino nació en el departamento de San Vicente, El Salvador, el 15 de setiembre de 1888 y fue asesinado en Liberia (en el entonces distrito de La Cruz) un 19 julio de 1919. Pocos años después de ejercer el magisterio en su país natal fue exiliado por sus posturas políticas radicales en favor de la justicia, deambulando por Honduras, Nicaragua y Panamá, hasta radicarse en Costa Rica, donde sobresalió por ser un maestro siempre comprometido con lo social, preocupado no solo con el presente de sus jóvenes estudiantes sino también con un mejor futuro para los ciudadanos que instruía con sabiduría.


Entre los muchos intentos por derrocar la dictadura de los hermanos Tinoco, impuesta en 1916 con el golpe de Estado al presidente Alfredo Gonzáles Flores, destacaron los alzamientos encabezados por los también hermanos Alfredo y Jorge, “el padre” Volio, así como por el destacado intelectual y periodista, miembro de la Academia Hispanoamericana de Ciencias y Artes, el diputado opositor Rogelio Fernández Güell.

Cuentan que una tropa de valientes muchachos, inexpertos y mal armados, son derrotados por los soldados de la tiranía. Al fracasar el primer alzamiento en armas el 15 de marzo de 1918, los guerrilleros huyeron por la Zona Sur, tratando de llegar a Panamá. A su paso acelerado, el silencio de la escuela de Buenos Aires es roto por un tiroteo en campo abierto, propiciado por unos soldados que enfrentaron a los idealistas revolucionarios. El maestro salvadoreño cierra la escuela y deja a los niños en la Casa Cural, el lugar más seguro en aquellos momentos. Marcelino corre junto a algunos vecinos hasta el lugar donde se oyeron los disparos. Allí se topa primero con tres cuerpos desangrados; entre la maleza, otro más herido en la rodilla, dos en el cuello y otros dos en el cráneo. Al final un último cadáver, el del valiente líder de la lucha contra el corrupto régimen, su amigo Rogelio Fernández Güell. Siendo el único que sabía escribir, el maestro tiene que acompañar a los soldados que tanto detestaba. Debe preparar un reporte de los alzados en armas caídos, para el Ministerio de Guerra.


Al iniciar clases en la mañana siguiente, Marcelino explicó a sus alumnos el sentido de la palabra “asesinato” y lo que implicaba que unos hombres sólo obedecieran una orden de matar a otro ser humano indefenso y desarmado para defender a los poderosos. Después de la parte teórica, se los llevó al cementerio local para llevar flores a las tumbas de los políticos ejecutados y honrarlos. Es entonces cuando aprovecha para despedirse de sus alumnos. Luego presenta su renuncia ante el Inspector de Escuelas de Puntarenas. Durante los ocho días siguientes, y acosado por los defensores de la dictadura, camina por descampado hasta Panamá donde se autoexilia. Al llegar a David, se dirige a varios medios de prensa, donde denuncia los abusos, fechorías y crímenes de los Tinoco y sus secuaces. Semanas después abandona Panamá, y se une a un grupo de exiliados costarricenses que organizaba un nuevo movimiento armado, pero ahora desde Nicaragua, para derrotar a los Tinoco.


Bajo la estratégica dirección del padre Volio el régimen tiránico es acechado constantemente desde el país vecino. Un grupo de jóvenes armados logra ingresar al territorio nacional por el mar, e inicia su ascenso hasta La Cruz. Poco antes de llegar al poblado fueron traicionados por un soplón y obligados a huir, ante el ataque repentino de las fuerzas tinoquistas, en número mucho mayor. El maestro Marcelino, solidario con sus compañeros, se queda en la retaguardia, cubriendo con sus disparos la retirada de los que arrastraban a los heridos en esta fracasada batalla del Ariete. Pronto es rodeado por tropas enemigas y es herido con cortaduras de machete en la cara y el estómago. Moribundo, es atado a un caballo y arrastrado decenas de metros.


Finalmente, al llegar a La Cruz, sin que hasta hoy se sepa si estaba o no con vida, su cuerpo fue rociado con canfín (kerosene) y prendido en llamas, no sin antes romperle la mandíbula y extraerle su dentadura, donde sobresalían unos valiosos dientes de oro. Al día siguiente un grupo de revolucionarios descubre su cuerpo calcinado, reconocido por la ausencia de su dentadura. Parte de sus restos habían sido devorados por perros hambrientos. Sus compañeros levantan con respeto sus restos y le dan sepultura en el campo, al aire libre. Su muerte incendió la ira no solo del magisterio nacional sino de todos los patriotas. Una huelga magisterial liderada por Carmen Lyra (María Isabel Carvajal) se alzó pocos días después contra el régimen, incendiando el edificio del periódico oficialista encargado de desinformar a la población. El dictador Tinoco sería derrocado el 12 de agosto de 1919, obligado a marcharse al exilio en Francia. Fue tan históricamente significativo el crimen del maestro Marcelino que ni siquiera había pasado un mes de su asesinato cuando el pueblo logró traerse abajo la dictadura.

La dentadura del maestro Marcelino será puesta a la venta semanas después en el Parque de Liberia por unos vecinos del lugar, antiguos aliados del régimen dictatorial, permitiendo así descubrir la identidad de algunos de sus despiadados asesinos, desenmascarados por este acto detestable, siendo detenidos una vez que cayó el Gobierno tinoquista.


Hoy, tanto en su patria natal salvadoreña, como en la patria por la que dio su vida, Costa Rica, centenares de niños y jóvenes reciben lecciones en escuelas y colegios que llevan el ilustre nombre de Marcelino García Flamenco. El cantón de Liberia bautizó una escuela con su nombre, en Quebrada Grande (distrito Mayorga). Este es el principal reconocimiento al mártir de La Cruz en el cantón que lo vio morir.


En 1923, por iniciativa obrera, al parque Braulio Carrillo de la capital cambió su nombre por el de Marcelino García Flamenco. En ese sitio, frente al Edificio Amarillo, desde 1926 se alza una fuente de piedra con una placa conmemorativa y un relieve en bronce fundido, en el que sobresalen los rostros de varios niños, símbolo de la niñez costarricense que rinde homenaje permanente al educador salvadoreño que ofrendó su vida para liberar a los pobres y perseguidos por los despotismos. También en San José, precisamente en el Parque Morazán, hay un monumento que reza:


AL MAESTRO GARCÍA FLAMENCO: CONFIADA, EL 18 DE JULIO DE 1926, AL CARIÑO Y CUSTODIO DE LOS NIÑOS DE COSTA RICA, A SU HONOR, QUE ES DECORO; A SU AMOR DE JUSTICIA Y LIBERTAD, BIENES SUPREMOS SIN LOS QUE NO HAY PATRIA DIGNA DE TAL NOMBRE


El gran literato Joaquín Gutiérrez evoca el recuerdo del maestro Marcelino un día que pasaba frente a su monumento en el parque:

“Quítese ahora el gorro - me exigió papá- porque este es el monumento de Marcelino García Flamenco, un maestro de la escuela salvadoreña que dio su vida luchando contra una dictadura muy mala que tuvimos en Costa Rica, poco antes de que usted naciera. El plumerito de agua, la lápida, las letras grabadas bajo el frisco de cabecitas y un señor, un señor que había dado su vida - toda su vida - por mi pueblo, me causaron una impresión tan honda que aun hoy, ya viejo, siempre que paso por el Parque Morazán, me detengo a acariciar las cabecitas de los niños y a pensar en ese misterioso don Marcelino García Flamenco, que aunque no era tico, había dado su vida por nosotros”.

En el mirador de La Cruz, sobresale una sencilla tumba en mármol blanco que domina la vista hacia Bahía Salinas. Se cree que allí reposan los restos del educador mártir, aunque de ello no hay certeza. Allí se lee en una sencilla lápida:


“MARCELINO GARCÍA FLAMENCO SALVADOREÑO 19 DE JULIO DE 1919. DIO SU VIDA POR LAS LIBERTADES DE COSTA RICA”.

Bibliografía básica:

1. Oconitrillo García, Eduardo (1980). Los Tinoco (1917-1919). Capítulo “El mártir de La Cruz”. Editorial Costa Rica.

2. Cañas Dinarte, Carlos (2019). Centenario del asesinato de Marcelino García Flamenco. https://www.elsalvador.com/entretenimiento/cultura/centenario-del-asesinato-de-marcelino-garcia-flamenco/633269/2019/

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