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“SANTA CRUZ DEBE SU DECLARATORIA COMO CIUDAD AL MANGANESO” Prof. Ronal Vargas Araya, octubre de 2018


Desde que escuché por primera vez el nombre de “playa Minas” de Matapalo dolorosos recuerdos cruzaron por mi mente, como cuando los hombres del pueblo chorotega fueron diezmados al salir en barcos cargados de esclavos aborígenes desde el Golfo de Nicoya rumbo a las minas de Perú sin nunca más regresar, hasta las mortales huelgas de mineros en Líbano de Tilarán y Abangares, distrito minero donde todavía son frecuentes los coligalleros que arriesgan su vida por unas onzas de oro.


Conocí de la historia del manganeso y playa Minas de Santa Cruz de boca de mi amigo oceanógrafo Guillermo Quirós, una vez que acampábamos en Playa Zapotillal. Según testimonio de este científico “un viejo pescador me narró que en los años cuarenta unos grandes barcos gringos y mucha gente macha habían llegado hasta una escondida playa y se habían robado una montaña. Semejante cuento no se lo creí, pese a que el viejo lucía persona cuerda y bien intencionada. El tiempo ha pasado y este fin de semana pude verificar la certeza de aquellas palabras y lo incrédulo diz que de mi actitud científica”. (1) Los rastros dejados por los explotadores apuntan sin lugar a dudas a que toda una antigua montaña de manganeso que dominaba la selvática zona costera de entonces fue desaparecida de la geografía nacional para beneficio del país del norte.


El manganeso es un metal duro, de color rojo oscuro y fuerte brillo; además contribuye a dar una gran dureza a las aleaciones de acero, de allí su gran demanda, máxime que cuesta encontrarlo en grandes depósitos. Junto al hierro y bajo la presentación final de acero se convierte en un material de gran resistencia y solidez que se ocupaba entre otros usos para reforzar el casco de las naves de guerra, para fabricar cañones y hasta para tanques de combate.


Las fuentes consultadas usan indistintamente los nombres de playa Minas y playa Real para referirse a la costa junto a la desaparecida montaña de manganeso, hoy distinguimos allí en su orden de norte a sur playa Zapotillal, Minas, Nombre de Jesús y playa Real. En algunos puntos de ellas sobresale un color negro rojizo, pues en sus bordes rocosos se encuentra el manganeso. El nombre de playa Minas no se escogió al azar, al contrario, fue dado gracias a los años de historia minera que guarda aquel peculiar color. Este fue un lugar estratégico para los barcos piratas de la policía naval de Estados Unidos, pues podían llegar muy cerca de la playa por la profundidad que tiene y sin ser detectados por las autoridades costarricenses, pues esta era una región deshabitada y selvática, por lo que se prestó para el negocio norteamericano que no pagaría impuestos, afectaciones a la salud ni mucho menos la destrucción ambiental.


Durante la Primera Guerra Mundial se inició la explotación del manganeso en dos sitios del cantón de Santa Cruz: Zapotillal (playa Minas) de Matapalo y Arado: “en Santa Cruz, Guanacaste, la mayoría de personas conocen de la existencia de la explotación minera en Zapotillal de Matapalo y casi nadie de las minas de manganeso en Arado. La primera estaba al servicio de los intereses bélicos de los Estados Unidos, con un flujo de capital e infraestructura proporcionada por este país. La segunda, al servicio de la industria de guerra de Alemania, a causa de que el Gobierno de Costa Rica le había declarado la guerra al imperio alemán, por esas mismas circunstancias, se manejaba con gran discreción, casi de manera clandestina, sin publicidad y sin recursos externos” (2). Esta misma situación de clandestinidad casi llevó a la ruina a la familia de Raimundo Brenes, brazo local de la explotación minera alemana, a no ser por el apoyo del presidente de la República que le nombró en un alto puesto político que le devolvió su condición económica. En Arado de Santa Cruz, antes de llegar al Parque Nacional Diriá, existe una quebrada denominada “La Mina”. Podría deberse su nombre a esas actividades de explotación del manganeso. Contaban las personas que habitaban el lugar que allí había una finca denominada “La Mina”, donde existían piedras que ardían con fuego… Algunos testimonios apuntan que en Santa Rosa existe todavía la entrada a esas antiguas minas de manganeso, en donde se supone murieron accidentalmente seis mineros en esa peligrosa labor y que allí mismo fueron enterrados. Eso sucedió en la década de los cincuenta en Guatemala de Santa Rosa, cerca de playa Tamarindo. La mayoría de los trabajadores eran cubanos, pero regresaron a su país cuando Fidel Castro llego al poder. En las Minas del curiol en Santa Rosa murieron al menos dos personas en un derrumbe que ocurrió el 6 de febrero de 1919. Se llamaron Manuel Cubero Artavia de Alajuela y Juan Leitón de San José. Dicho dato se confirma en las defunciones del Registro Civil. Hoy la mina está cerrada, pero quedan vestigios der las labores mineras y de la maquinara que usaban.


Pero volvamos un poco más atrás nuestra mirada. Tanta importancia adquirió el inicio de la explotación del manganeso en Guanacaste que en 1917 se presentó un proyecto de Ley, por parte del diputado Miguel Velásquez, que cobraría el 8% ad valorem sobre el manganeso y otros metales… pero presiones políticas, en particular por parte del Senador norteamericano Roberto Smith, no permitieron la cristalización de tal ley. Realizando un análisis de la legislación de entonces, no se pudo encontrar normas que regularan esta actividad, lo que evidencia que la desregulación de la explotación minera no traía ningún beneficio económico para el país pero sí para sus promotores, con fuertes lazos políticos que los protegían, tal como consta con los excesos del magnate Minor C. Keith. Y es que las ganancias con el Manganeso eran millonarias para sus promotores, pero no para el país, como lo reafirma un educador e historiador de renombre: “en varios puntos próximos al litoral del pacífico abunda el manganeso. Durante la guerra europea la mina de Playa Real estuvo en activa explotación y se exportó material por un valor de algo más de dos millones de colones” (3).


La explotación del manganeso tenía durante esta época tanta importancia, que incluso algunos investigadores le buscaban nuevos usos y aplicaciones ante el decaimiento de su producción en la post guerra, allá por 1920. Clodomiro Picado, por ejemplo, realizó una investigación con sus estudiantes del Liceo de Costa Rica con el fin de demostrar el alto poder del manganeso en polvo como fertilizante. “En Costa Rica desde principios del presente siglo se tiene conocimiento de las mineralizaciones de manganeso en la Península de Nicoya. Se habla de un total de 78 yacimientos de este mineral localizados…en orden de importancia: Playa Real, Curiol y Lagarto.  Al ser el manganeso un importante elemento en la fabricación del acero, obtuvo en las épocas de crisis bélicas un valor estratégico. Por tal razón, la explotación de este mineral en nuestro país se divide en dos etapas, ambas marcadas por el contexto internacional. La primera etapa se inició durante la primera guerra mundial, y es en la guerra fría en donde dicha explotación adquiere mayor relevancia-incluso para la prensa-, la cual menciona con relativa frecuencia todo el suceder en torno a las exportaciones de éste mineral. Durante la primera etapa, en Playa Real se explotaron en el periodo comprendido entre 1915 y 1918 un total de 13.000 toneladas según Sears. Este mismo autor señala que entre 1916 y 1920 se produjeron 9.000 toneladas en Curiol” (4).


Tal impacto nacional tuvo la explotación del manganeso que el 7 de junio de 1916 el Congreso de la República eleva al grado de ciudad la villa de la marginada población mulata de Santa Cruz, en contra de la voluntad de sus vecinos nicoyanos, pero “en atención al progreso económico y el desarrollo alcanzado”. Llama la atención que entre los motivos que fundamentaron aquella declaratoria se lee que en el barrio de Portegolpe “hay yacimientos inmensos de manganeso y cobre que se principian a explotar con satisfactorio resultado. Más de 300 operarios trabajan actualmente en las minas de manganeso”. Aunque no ha sido evidente ni mencionado por la mayoría de cronistas de Santa Cruz, el manganeso está en el corazón de su historia cantonal.


En los años 40´s marines norteamericanos en nuestro país volvieron a explotar con más ímpetu y mejor tecnología la zona costera de Santa Cruz, con el fin de apropiarse del mayor yacimiento nacional de manganeso, materia prima para la construcción de los barcos que harían frente a la II Guerra Mundial. “Dinamitaron la roca sólida y construyeron un muelle de unos 25 metros de largo, que se fijó mediante cables de acero a la roca, hundiendo en ella barras de acero de una pulgada de diámetro, cuyos vestigios son evidentes. Las dimensiones de la terraza en roca virgen para sentar el muelle son de 3.5x25m. El trabajo de ingeniería costera realizado es sorprendente para la época, pues cortaron con  precisión un bocado de la roca sólida de 25x3.5x8m. Hoy día en nuestro país no se cuenta con la tecnología para realizar tal trabajo y menos con esa precisión… hay una roca de manganeso de una tonelada cortada con una sierra hidráulica, que expone la naturaleza metálica de la muestra. Cortes esenciales para determinar la pureza del material contenido en la montaña desaparecida” (5).


El 3 de julio de 1951 el periodista Jorge Villalobos escribe en el entonces famoso Diario de Costa Rica un artículo que llama la atención por su sugestivo título: “Ha sido efectuada la primera exportación de manganeso costarricense”; una forma muy sutil de ocultar casi cuarenta años de explotación a la libre del manganeso en Guanacaste. Ya para setiembre de 1958 otro periodista llamado Juan Guido escribirá en el mismo diario, entusiasmado por el crecimiento de la minería en Guanacaste, que “muchos costarricenses encontrarían trabajo en las explotaciones mineras”, ignorando las secuelas de destrucción, corrupción política, enfermedades y muertes de mineros locales acaecidas con la explotación del manganeso en playa Minas. Al parecer todavía no se conocían certeramente los efectos en el deterioro de la salud por manipular el manganeso: extrañas enfermedades en la piel y otros órganos, crisis respiratorias, males cardiacos y secuelas mentales como el párkinson… Muchos mulatos de Santa Cruz fallecieron sin llegar a la ancianidad, ignorando que ya venían muriendo poco a poco desde el primer día que comenzaron a tener contacto físico con el manganeso, por no haber tomado ninguna precaución. No es casual que Santa Cruz todavía sea el cantón de Guanacaste con más personas sufriendo alguna discapacidad. Este crimen de lesa humanidad ha permanecido impune.

Al hacerse evidente el daño ambiental y social propiciado por la explotación del manganeso, y que el Estado no recibía ningún aporte de este millonario negocio, el mismo año 1951 los legisladores preparan la "primera ley de minería", en donde se establecía también la creación de una "Dirección de Geología, Minas y Petróleo”, para tramitar y supervisar entre otros asuntos geológicos, los denuncios mineros. La Ley de Minería sería aprobada por fin en 1952. Pero aún estos primeros cambios no lograron el objetivo deseado. Por eso a partir de la década de los setenta se dio un fuerte impulso en legislar más restrictivamente la actividad minera en nuestro país, lo cual provocó la creación de un Código de Minería, regulando así toda la actividad, desde su explotación hasta las contribuciones al Estado por la misma explotación.


La segunda etapa de extracción y exportación del manganeso coincide con dos coyunturas internacionales de enorme relevancia: La II Guerra Mundial (1939-1945) y la Guerra Fría. Durante los años de la Guerra Fría siguió en aumento la explotación del manganeso, al menos hasta el decenio de 1970, pues el acero vino a satisfacer las necesidades de la industria siderúrgica; al ser muy resistente se utilizó para la fabricación de toda clase de planchas de blindaje, cajas fuertes, rieles para vías férreas, cascos de embarcaciones, etc. Todos esto productos contienen de un 10 a un 15% de manganeso. “Los últimos esfuerzos en torno al manganeso se dan en 1976, cuando la Universidad de Costa Rica y CODESA emprenden investigaciones para evaluar los yacimientos de manganeso en la Península de Nicoya” (6).


El retorno a la actividad minera, en lo que ha manganeso se refiere, es ya poco probable, y no solo es buena noticia para la población local amenazada en su salud, sino también lo agradecen la renovada cobertura forestal y las tortugas negras, pues Minas es una de las cinco playas de Guanacaste donde esta especie tiene su especial hábitat para la reproducción. El futuro de Santa Cruz ya nunca más estará en la explotación minera, sino en la pesca, la ganadería, los cultivos agrícolas, en su belleza escénica y el legado único de la cultura ancestral de su ciudad folclórica.


NOTAS:

(1): Quirós, Guillermo (2007); "Believe it or not: secuestraron montaña de hierro y manganeso”. Tribuna democrática. Consultado en http://www.mail-archive.com/cr-denuncia@gruposyahoo.com/msg07733.html

(2): Brenes, Raimundo (2007). Raimundo Brenes Madriz, su época, su genealogía y su entorno. Academia Costarricense de Ciencias genealógicas. Revista electrónica N°7. San José.

(3): Salvador Villar (1933) “Guanacaste: reseña histórica y descripción geográfica” Edición bilingüe, Biblioteca de la Asamblea Legislativa, pág. 11

(4): Carvajal Alvarado, Guillermo (2009). La producción y exportación de manganeso en Costa Rica (1940-1960). Playa Real Guanacaste. Consultado en http://lageografiavisionciudadana.blogspot.com/2009/09/la-produccion-y-exportacion-del.html

(5): Quirós, Guillermo (2007) Op. Cit.

(6); Cabrera, Roberto (2007). Tierra y Ganadería en Guanacaste, editorial tecnológica de Costa Rica, pág. 176.

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